La estructura más grande en el universo

*Es colosal y lleva un nombre inca

Oaxaca, Oaxaca, Viernes 07 de Febrero, 2025 (Fuente: Wired en español, Independent en español, DW, EFE, Science Advances, El Imparcial).- Un equipo de astrónomos analizó las concentraciones de masa visibles a enormes distancias y encontró al menos cinco nuevas megastructuras compuestas por cúmulos de galaxias. La mayor estructura del universo cercano hasta ahora descubierta tiene 1,300 millones de años luz de largo y fue bautizada como Quipu, en honor al sistema de conteo de la cultura quechua.

A gran escala, el universo parece estar organizado en titánicas masas de materia conectadas entre sí. Un planeta pertenece a un sistema estelar, que a su vez forma parte de una galaxia. Las galaxias se agrupan para formar cúmulos, que al mismo tiempo se unen en supercúmulos o incluso complejos de supercúmulos. La progresión de esta escala probablemente continúa, piensan los cosmólogos, pero actualmente su observación está limitada por los instrumentos disponibles.

Estudiar los supercúmulos permite ahondar en los enigmas un universo, que se expande aceleradamente y que, aun así, se las arregla para mantener unidas a sus galaxias. Paradójicamente, las estructuras cósmicas no suelen ser tan evidentes como sus contrapartes de menor masa. Son demasiado grandes para los telescopios convencionales y, al mismo tiempo, poco densas como para distinguir un patrón de agrupación. Los científicos suelen buscar estas estructuras utilizando radiación de rayos X y simulaciones del comportamiento de las galaxias.

La Corriente Gigante de Coma es 10 veces más larga que la Vía Láctea y, si se agrupa, podría formar un puente hacia Andrómeda.

Quipu y sus hermanas, las super estructuras cósmicas

El estudio, que está en espera de publicación en la revista Astronomy & Astrophysics, señala que han encontrado la mayor estructura hasta ahora. Quipu tiene una masa aproximada de 200 cuatrillones de masas solares. Si una nave a la velocidad de la luz decidiera recorrerla de punta a punta, tardaría 1,300 millones de años. Para ponerlo en perspectiva, el supercúmulo de Laniakea, al que pertenece la Tierra, tiene un tamaño de 520 millones de años luz y está compuesto por aproximadamente 100,000 galaxias.

Tanto Quipu como sus cuatro hermanas están conformadas por 45% cúmulos de galaxias, 30% galaxias, 25% materia y el resto de elementos no identificados. Son tan masivas que probablemente estén dejando huellas a su alrededor, acaso detectables en el fondo cósmico de microondas o mediante lentes gravitacionales, suponen los astrónomos.

Esta súper estructura recibe su nombre del quipu, un dispositivo utilizado por la cultura inca para almacenar y transmitir información, principalmente con fines contables. Se trata de un sistema de cuerdas de diversos colores y nudos, donde cada elemento posee un significado. La estructura cósmica más grande es señalada junto a sus compañeras en un mapa con nodos de colores y subdivisiones, similar al sistema contable inca. «Esta vista da la mejor impresión de la superestructura como un filamento largo con pequeños filamentos laterales, lo que inspiró el nombre de Quipu», explican los autores en su artículo.

Telescopios captan enorme chorro de radio de un brillante objeto del universo

En tanto, telescopios de todo el mundo han detectado un gigantesco chorro de radio que emana de un cuásar que data de los primeros 1.000 millones de años del universo.

Este chorro de ondas de radio, que tiene el doble de la anchura de nuestra galaxia, la Vía Láctea, es el más grande jamás detectado en una etapa tan temprana de la historia del universo, informaron los astrónomos el jueves.

Los chorros de radio como este son comunes en nuestro vecindario cósmico. Sin embargo, hasta ahora, se han detectado muy pocos en el universo temprano y distante, debido al fondo cósmico de microondas que dejó el Big Bang.

“Podemos observar este objeto desde la Tierra, a pesar de que está tan lejos, solo porque su tamaño es tan extremo”, dijo en un comunicado Anniek Gloudemans, autora principal del estudio y miembro del NoirLab de la Fundación Nacional de Ciencias.

Observatorios de Europa, así como de Hawai y Texas, contribuyeron al estudio que aparece en Astrophysical Journal Letters.

Se estima que la onda de radio de doble cara tiene al menos 200.000 años luz de extensión. Un año luz equivale a unos 9 billones de kilómetros (5,8 billones de millas).

Descubierto hace apenas unos años, el cuásar que alimenta este chorro se formó cuando el universo tenía apenas 9% de su edad actual, dentro de los primeros 1.200 millones de años. Los cuásares, que están entre los objetos más brillantes del universo, son núcleos galácticos con gas y polvo que caen en un agujero negro y liberan una tremenda cantidad de energía que los hace extremadamente luminosos.

La masa de este cuásar equivale a 450 millones de veces la de nuestro sol, con un agujero negro que no es particularmente masivo.

Simulación científica advierte sobre el potencial impacto de Bennu

Por otra parte, el impacto contra la Tierra de un asteroide de tamaño medio, unos 500 metros de diámetro, podría causar daños considerables, reduciendo la temperatura en 4 grados centígrados, las precipitaciones un 15 % y desencadenando un invierno global.

En una semana en la que el asteroide 2024 YR4, de entre 40 y 90 metros de diámetro, ha acaparado la atención de los medios ante la posibilidad, del 1,5 %, de chocar contra nuestro planeta en 2032, la revista Science Advances publica un estudio en el que se modelan los posibles efectos de un cuerpo mucho mayor.

Asteroide Bennu: simulación de impacto contra la Tierra en 2182

Un equipo dirigido por el Centro de Física del Clima, del Instituto de Ciencias Básicas de la Universidad Nacional de Pusan (Corea del Sur) tomó como modelo para el estudio al asteroide Bennu.

Ese objeto podría causar daños considerables si chocara con la Tierra en 2182, aunque la probabilidad estimada es de 1 entre 2.700 (como lanzar una moneda 11 veces seguidas con el mismo resultado).

El estudio considera inyecciones de polvo de entre 100 y 400 millones de toneladas a la atmósfera, con las que las simulaciones muestran alteraciones drásticas en el clima, la química atmosférica y la fotosíntesis global en los 3 o 4 años siguientes al impacto.

El peor de los escenarios contempla que hasta 400 millones de toneladas de polvo llegaran a la atmósfera, además de aerosoles, escombros y cenizas, lo que produciría un oscurecimiento solar.

El resultado sería un enfriamiento global de la superficie de hasta 4 grados, una reducción de las precipitaciones medias globales del 15 % y un grave agotamiento del ozono de alrededor del 32 %, desencadenando un invierno global y caídas extremas de la productividad primaria neta.

Impacto en ecosistemas: fotosíntesis y seguridad alimentaria mundial

Un ‘invierno de impacto’ causado por el polvo persistente podría afectar gravemente a la fotosíntesis global; la productividad primaria neta terrestre podría desplomarse hasta un 36 % y la marina hasta un 25 %. Regionalmente, estos impactos podrían ser mucho más pronunciados.

Ese invierno abrupto proporcionaría unas condiciones climáticas desfavorables para el crecimiento de las plantas, lo que provocaría una reducción inicial del 20-30 % de la fotosíntesis en los ecosistemas terrestres y marinos, lo que probablemente causaría trastornos masivos en la seguridad alimentaria mundial.

Los datos de los modelos, sin embargo, apuntan que el crecimiento del plancton mostraba un comportamiento completamente distinto, pues se recuperaba en solo seis meses e incluso aumentaba después hasta niveles que ni siquiera se veían en condiciones climáticas normales.

Dependiendo del contenido en hierro del asteroide y del material terrestre, que es expulsado a la estratosfera, las regiones que de otro modo estarían desprovistas de nutrientes podrían enriquecerse con hierro biodisponible, lo que a su vez desencadenaría una proliferación de algas sin precedentes.

Si el asteroide produjera polvo especialmente rico en hierro, las diatomeas (un tipo de alga) podrían florecer en el Pacífico ecuatorial oriental y en el océano Antártico durante los tres años siguientes.

Los autores señalan que estos resultados no tienen en cuenta los efectos adicionales de las emisiones de hollín y azufre de los incendios forestales.

Los impactos de objetos se han producido muchas veces en la historia de la Tierra y el último gran asteroide conocido fue el que creó el cráter de Chicxulub, al noroeste de México, y acabó con los dinosaurios.

Aquel asteroide que colisionó con la Tierra hace 66 millones de años tenía unos diez kilómetros de diámetro, frente a los 500 metros de Bennu, el usado para esta simulación.

Misiones espaciales y estudios sobre Bennu

El asteroide Bennu es, junto a otro llamado Ryugu, los dos únicos de los que sendas misiones espaciales han traído a la Tierra muestras para su estudio.

La misión Osiris-Rex de la NASA depositó en nuestro planeta unos 120 gramos de material, aproximadamente el peso de una pastilla de jabón, procedentes de Bennu y que están generando muchos estudios científicos.

El más reciente, de finales de enero, indicó que restos de antigua salmuera descubiertos en el asteroide contienen minerales cruciales para la vida en la Tierra, además de compuestos nunca antes observados en muestras de un cuerpo de este tipo.

Revelan los cambios inesperados que sufriría el planeta tras el impacto de un asteroide

Un asteroide de tamaño medio podría provocar cambios drásticos e inesperados en la Tierra, según una nueva simulación.

Una nueva simulación analizó lo que ocurriría si la Tierra colisionara con un asteroide de unos 500 m de diámetro, aproximadamente el mismo que el de Bennu, un cuerpo celeste real que se ha estudiado con gran detalle. Existe una probabilidad aproximada de uno entre 2700 de que se produzca una colisión de este tipo en 2182, y nuestro planeta es golpeado por asteroides de tamaño similar entre cada 100 y 200 mil años aproximadamente.

Los investigadores del nuevo estudio simularon lo que ocurriría con el clima terrestre si se produjera una colisión de este tipo, y cómo cambiarían el mundo los 400 millones de toneladas de polvo que podrían liberarse.

Descubrieron que tendría efectos dramáticos para los ecosistemas de la Tierra, los cuales podrían provocar escasez de alimentos y otros problemas. Pero también sugieren que podrían haber ventajas inesperadas.

En los tres o cuatro años siguientes al impacto, en el escenario más intenso, el Sol se atenuaría y enfriaría la superficie hasta cuatro grados, reduciendo las precipitaciones en un 15 % y agotando el ozono en torno a un 32 %. Pero se trata solo de mediciones promedio, y en determinadas zonas los efectos podrían ser mucho peores.

“El abrupto invierno de impacto generaría unas condiciones climáticas desfavorables para el crecimiento de las plantas, lo que provocaría una reducción inicial de entre el 20 y 30 % de la fotosíntesis en los ecosistemas terrestres y marinos. Esto probablemente causaría trastornos masivos en la seguridad alimentaria mundial”, afirmó Lan Dai, autor principal del estudio, en un comunicado.

Sin embargo, descubrieron que los océanos podrían ser más resistentes —y que incluso podrían prosperar. El plancton se recuperaría en solo seis meses, y luego su número aumentaría, de modo que la población podría ser aún mayor que antes del impacto.

Esto sería el resultado de la concentración de hierro en el polvo que caería en los océanos. Esto proporcionaría más alimento a las algas, que florecerían y atraerían grandes cantidades de los pequeños depredadores que se alimentan de ellas.

“El exceso de fitoplancton y zooplancton que vemos en la simulación podría ser una bendición para la biosfera y ayudaría a paliar la inseguridad alimentaria causada por la reducción más duradera de la productividad terrestre”, afirma Lai.

“En promedio, los asteroides de tamaño medio chocan con la Tierra cada 100-200 mil años. Esto significa que nuestros primeros antepasados humanos podrían haber experimentado algunos de estos cambios en el planeta, con posibles repercusiones en la evolución humana e incluso en nuestra propia composición genética”, afirmó Axel Timmermann, coautor del estudio.

El trabajo se recoge en un nuevo artículo, “Climatic and ecological responses to Bennu-type asteroid collisions”, publicado en la revista Science Advances.

¡Alerta! ONU activa protocolo de seguridad planetaria por el asteroide 2024 YR4, que se dirige a la Tierra

En tanto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció el pasado 4 de febrero la activación del Protocolo de Seguridad Planetaria ante la aproximación del asteroide 2024 YR4.

Según información publicada por El Universal, este objeto celeste, descubierto en diciembre de 2024, tiene un diámetro estimado de entre 40 y 100 metros y ha sido clasificado con un nivel 3 en la Escala de Riesgo de Impacto de Turín. Esto significa que, aunque no representa una amenaza inminente, requiere monitoreo constante por parte de la comunidad científica.

¿Cuándo podría impactar el asteroide 2024 YR4?

La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) y la Agencia Espacial Europea (ESA) han determinado que existe un 1.5% de probabilidad de que el asteroide impacte la Tierra el 22 de diciembre de 2032. Aunque la posibilidad sigue siendo baja, se han activado protocolos de vigilancia para estudiar su trayectoria y evaluar si es necesario aplicar medidas de mitigación en el futuro.

Medidas de seguridad y estrategias para desviar el asteroide

Para hacer frente a este posible riesgo, la ONU ha puesto en marcha la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG), coordinados por la NASA y la ESA. Estos organismos están evaluando diversas estrategias para modificar la trayectoria del asteroide en caso de que futuros cálculos confirmen un mayor riesgo de impacto.

Una de las opciones en estudio es el uso de una nave espacial para alterar su curso, un método que ya se probó con éxito en 2022 con la misión DART, que desvió el asteroide Dimorphos. Además, los astrónomos continúan recopilando datos sobre la órbita del 2024 YR4, ya que a partir de abril de 2025 se volverá más difícil de observar debido a su alejamiento de la Tierra.

¿Qué zonas podrían estar en riesgo?

Las primeras estimaciones han descartado a Europa como zona de impacto. Sin embargo, los cálculos iniciales identifican cinco regiones donde la colisión podría ocurrir en caso de que el asteroide se desvíe hacia la Tierra:

*Este del océano Pacífico

*Norte de Sudamérica

*Océano Atlántico

*África

*Sur de Asia

Para 2028, cuando el asteroide pase a 8 millones de kilómetros de la Tierra, se espera contar con mediciones más precisas para determinar su trayectoria con mayor exactitud.

¿Cuáles serían las consecuencias de un impacto?

Si el asteroide llegara a colisionar con la Tierra, la energía liberada sería similar a la explosión de una bomba nuclear, comparable al evento de Tunguska en 1908. No obstante, los expertos consideran que el escenario más probable en caso de impacto sería sobre el océano o una zona deshabitada, lo que reduciría significativamente los daños.

¿Existe motivo de preocupación?

Juan Luis Cano, coordinador de la Oficina de Defensa Planetaria de la NASA, ha reiterado que la situación está bajo control:

No hay que preocuparse, pero estamos tomando todas las medidas necesarias para evaluar y mitigar cualquier riesgo”.

La comunidad científica seguirá monitoreando el asteroide 2024 YR4 en los próximos años para actualizar las proyecciones y determinar si será necesario aplicar medidas adicionales.

La inteligencia artificial cruza “límite peligroso” al aprender a replicarse sin ayuda humana

Finalmente y, en otro orden de ideas, un sistema avanzado de inteligencia artificial (IA) cruzó un “límite peligroso” tras replicarse con éxito sin ayuda humana, según revelaron unos investigadores.

El equipo que realizó el descubrimiento, de la Universidad de Fudan (China), afirmó que se trata de un primer indicio del surgimiento de IA maliciosas, que podrían acabar actuando en contra de los intereses de la humanidad.

La investigación se centró en dos grandes modelos lingüísticos que ya están ampliamente disponibles —construidos por Llama, de Meta, y Qwen, de Alibaba— para averiguar si era posible que la IA produjera de forma independiente una réplica funcional de sí misma.

Cuando se les pidió que se clonaran a sí mismos en caso de apagón, los dos modelos se reprodujeron con éxito en más de la mitad de las 10 pruebas realizadas, lo que sugiere que tal eventualidad puede ser ya posible.

“La autorreplicación exitosa sin ayuda humana es el paso esencial para que la IA sea más astuta que los seres humanos, y es una señal temprana de las IA maliciosas”, advierten los investigadores.

“Por eso, la autorreplicación está ampliamente reconocida como uno de los pocos riesgos de línea roja de los sistemas de IA de vanguardia”.

La seguridad de la IA se ha convertido en una cuestión cada vez más importante para investigadores y legisladores, ya que esta tecnología puede suponer una amenaza existencial para la humanidad.

En octubre, el Departamento de Ciencia, Innovación y Tecnología del Reino Unido afirmó que se introduciría una “legislación muy específica” para las empresas que desarrollen herramientas de IA.

Un estudio que detalla las últimas investigaciones, titulado ‘Frontier AI systems have surpassed the self-replicating red line’, se publicó en la base de datos de artículos preimpresos arXiv.

El artículo está pendiente de revisión por pares, es decir, aún no es seguro que los resultados vayan a ser reproducidos por otros investigadores.

“Los resultados implican que los sistemas de IA actuales ya exhiben la capacidad de autorreplicación y pueden utilizarla para mejorar aún más su capacidad de supervivencia y expandir la especie”, señalaron los investigadores.

“Esperamos que nuestros hallazgos puedan servir de alerta oportuna para que la sociedad humana dedique más esfuerzos a comprender y evaluar los riesgos potenciales de los sistemas de IA de vanguardia, y forme una sinergia internacional para elaborar cuanto antes salvaguardas de seguridad eficaces”.