Mientras la ayuda llega a cuentagotas, el pánico los invade

*Pueblo Viejo es un sitio donde la fuerza del terremoto partió como una galleta la cantera del templo barroco de San Francisco de Asís y quebró las planchas de cemento de las casas

*La gente tiene miedo, es generalizado, los hombres de las casas no dejan solas a sus familias porque temen que vuelva a temblar y viven en psicosis ante las constantes réplicas

*En San Francisco del Mar hay agobio y llanto entre las familias; un esposo está desempleado y no sabe de dónde sacará para reconstruir su casa donde vivían con sus 5 hijos

Oaxaca, Oaxaca, Miércoles 27 de Septiembre, 2017 (Fuente: Agencias).- Pueblo Viejo, es una localidad huave que pertenece al municipio indígena de San Francisco del Mar (del distrito de Juchitán, región Istmo de Oaxaca), en donde el terremoto del pasado 7 de septiembre causó que las entrañas de la tierra crujieran generando un estruendo ensordecedor que hundió y destrozó viviendas, dejando a más de 270 familias en la calle y en la intemperie.

Además, el pueblo vive en pánico generalizado, ya que narra que el mar empezó a irse de la playa, lo que causó que unas 50 familias de este poblado costero fueran obligadas a desalojar sus casas.

Aquí la ayuda ha llegado a cuentagotas, sólo dos sobrevuelos con despensas apenas han aterrizado, antes de que se abriera el camino que quedó cerrado por un deslave que fue abierto por la propia comunidad.

Mientras que la ayuda humanitaria, las despensas, han llegado de la mano de los migrantes radicados en Estados Unidos de Norteamérica y han sido los maestros, los padres de familia y los religiosos los que operan el único albergue comunitario, donde se brindan alimentos dos veces al día a cada familia damnificada.

La lejanía con Juchitán de Zaragoza –el principal foco de atención, luego del terremoto del pasado 7 de septiembre–, ha causado que al menos esta localidad y su cabecera municipal y otras más estén prácticamente abandonadas, no hay patrullajes del Ejército, ni ayuda humanitaria, tampoco hay atención médica, energía eléctrica y teléfono.

Son los estudiantes de la preparatoria “José Martí” los que se organizaron y, a lado de los grupos religiosos que lidera el obispo retirado de la diócesis de Tehuantepec, Arturo Lona Reyes, han trabajado, caminado por las veredas y la selva para trasladar despensas a los afectados.

Sin embargo, los precios de productos en estos sitios empiezan a encarecer, tal es el caso del huevo o el jitomate.

Herminia –la única tendera de la localidad–, justifica que le subió “un pesito” a los productos porque en todos lados han empezado a reportarse excesos en los precios. “Sube la gasolina, sube todo, además de que no hay transporte y cuesta caro traer cosas desde puntos lejanos, ya no desde Juchitán, porque ahí tampoco hay nada. Tenemos que ir hasta Salina Cruz y hacemos hasta 6 horas desde aquí para llegar.

Precisó que el kilo de jitomate ya cuesta 30 pesos, el litro de agua embotellada se elevó de 11 a 25 pesos, mientras que un refresco se cotiza en 40 pesos. Y un huevo se vende en 5 pesos, cuando antes del temblor se vendían 3 huevos por el mismo precio.

Pueblo Viejo es un sitio donde la fuerza del terremoto partió como una galleta la cantera del templo barroco de San Francisco de Asís y quebró las planchas de cemento de las casas, además que se de hunden las casuchas ubicadas en la bahía, sin dejar de mencionar que fracturó su represa.

 

YA TODO NOS ASUSTA

 

Cristóbal es pescador y admite que tiene miedo y este es generalizado entre sus compañeros que no dejan solas a sus familias porque temen que vuelva a temblar, y viven en psicosis ante las constantes réplicas.

…lo que asustaba más a la gente era el ruido y el movimiento fuerte, pensábamos que el océano se venía sobre la tierra, y más porque escuchamos que ya se venía el maremoto.

Asegura que se mantiene de la pesca –su fuente de ingresos–, pero también esta se vio afectada… la represa con la que encapsulan el camarón y el robalo se rompió.

“Ahorita lo que es visible es esto, pero por abajo hay una ruptura bastante grande, que con el tiempo van a afectar porque vemos que nuestro producto ya se está escapando y este año ya no vamos a capturar”, refiere Cristóbal.

En tanto, Héctor, quien vive en la casa que se hunde, recuerda que el 7 de septiembre lo despertó un jalón que lo tiró de la hamaca, corrió por su esposa y sus hijos, pero las puertas de metal del cuarto se botaron, escuchando en lo inmediato cómo la tierra se abrió y empezó a crujir, reventándose la loza del piso de cemento, “pensé que este era el fin”.

 

DOLOR Y AGONÍA POR PERDERLO TODO

 

En San Francisco del Mar hay agobio y llanto entre las familias que son notificadas que sus casas tendrán que ser demolidas. Pero hay otra queja más, porque siguen sin llegar los víveres y las lonas para cubrirse de las tormentas.

Elpidio Concha, delegado de la SEDATU en Oaxaca, afirma que hay un censo de 63 mil viviendas destruidas tan sólo en la región del Istmo de Tehuantepec. Se estima que más de 50 mil familias duermen, comen y cocinan en la calle y que su principal demanda son las lonas, que no llegan y las que arriban son acaparadas por los grupos políticos en Juchitán de Zaragoza.

En otro escenario, en San Francisco del Mar, al suroeste de Juchitán, una afectada, Doña Úrsula, asegura: “Estamos tristes porque ahora sí estamos afuera, no tenemos dónde quedarnos, nos dieron una lona y ahí nos estuvimos quedando… ahora nos llegaron a decir que tenemos que sacar nuestras cosas e irnos a otro lugar. Nos tuvimos que meter a la casa del vecino porque esa casa ya la van a demoler. En contraparte al caso Juchitán, a 19 días desde el sismo 7 de septiembre ya llegaron 5 lonas.

Su esposo está desempleado y no sabe de dónde sacarán para reconstruir su casa, donde vivían con sus 5 hijos.

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