Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos

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Oaxaca, Oaxaca, Miércoles 09 de Noviembre, 2016 (Fuente: Agencias).- Donald Trump fue elegido el martes como el 45.º presidente de Estados Unidos en lo que fue la asombrosa culminación de una campaña explosiva, errática y llena de agravios contra las instituciones y los ideales tradicionales de la democracia estadounidense.

El resultado electoral desafió las últimas encuestas que mostraban a Hillary Clinton con un liderazgo modesto pero persistente y provocó reacciones instantáneas en todo el país y el mundo, donde los escépticos habían observado con alarma la campaña presidencial del abanderado republicano.

El triunfo de Trump, de 70 años, provocó pánico financiero y una inestabilidad inmediata entre los aliados internacionales de Estados Unidos.

Las propuestas de Trump parecen desafiar a la constitución estadounidense, como la restricción del ingreso de musulmanes a Estados Unidos. También amenazó a sus opositores con un celo autoritario y prometió demandas contra los medios que lo criticaban y las mujeres que lo acusaron de agresión sexual. En muchas ocasiones simplemente mintió.

Pero Trump creó una sólida base de simpatizantes al fusionar su discurso radical de identidad con el populismo económico que hizo eco profundamente en las zonas trabajadoras, en su mayoría de raza blanca, que se sienten excluidos de la recuperación económica en Estados Unidos.

Sus eventos electorales —rabiosos, racistas, con una pesada retórica nacionalista— se convirtieron en el crisol de un movimiento político que diariamente prometía una victoria arrolladora en las elecciones y que insistía en que la maquinaria política del país estaba “confabulada” contra Trump y sus simpatizantes.

 

Un «presidente para todos»

 

Tras conocerse su victoria, Donald Trump, compareció la madrugada de este miércoles para prometer que será un presidente «para todos» en un discurso en el que ha abogado por «reconstruir el país y renovar» el sueño americano.

Trump ha subido al escenario acompañado de miembros de su familia, entre ellos la futura primera dama, Melania Trump, para asegurar que «es tiempo de unirse. Seré el presidente de todos los estadounidenses», ha prometido. El futuro presidente se ha marcado como «tarea urgente» reconstruir la nación y renovar el sueño americano. En este sentido, ha recordado su experiencia empresarial y ha subrayado que «todos y cada uno de los estadounidenses tendrán la oportunidad de alcanzar su potencial».

 

Un discurso conciliador

 

El ganador llegó al hotel donde estaban reunidos sus seguidores unos minutos antes de las tres de la mañana, acompañado de su familia, de su segundo Mike Pence y de su entorno más cercano. Desveló que su adversaria le había llamado para felicitarle y elogió su “servicio público” a su país.

“Ha llegado el momento de estar unidos como un solo pueblo”, dijo Trump. “Prometí que sería el presidente de todos y eso es importante para mí. Les pido su ayuda para trabajar juntos. Esto no era una campaña sino un movimiento hecho de miles de personas trabajando por construir un futuro mejor para sus familias. Mañana mismo empezaremos la tarea urgente de reconstruir nuestra nación”.

El presidente electo intentó transmitir un mensaje de tranquilidad a los aliados de Estados Unidos: “Lo primero será Estados Unidos, pero seremos justos. Buscaremos amistades y no conflictos”. También recordó algunos detalles de su programa y puso el énfasis en un punto que comparte con los demócratas: la reconstrucción de las carreteras, ferrocarriles y puentes del país: “Vamos a reconstruir nuestra infraestructura y será la mejor del mundo. Para hacerlo pondremos a millones de personas a trabajar”.

Denostado por la elite del país, Trump tocó una fibra en la sociedad de Estados Unidos y construyó un movimiento formado, mayoritariamente, por trabajadores blancos, sin título universitario, que se han sentido relegados y dejados de lado por el progreso del país en los últimos años.

«Los hombres y mujeres olvidados de este país no volverán a ser olvidados», prometió Trump, en su discurso de victoria, el más moderado desde que lanzó su candidatura.

Su mensaje populista y proteccionista, en contra de los acuerdos de libre comercio, prendió muy bien en el norte y el centro del país, el «Rust Belt», la región que más ha sufrido el éxodo de fábricas que provocó la globalización, y la pérdida de empleos por los avances tecnológicos.

Donald Trump prometió el miércoles ser presidente «para todos los estadounidenses».

En un discurso ante sus seguidores en su fiesta de victoria en la ciudad de Nueva York, el ganador de las elecciones de Estados Unidos pidió al país que se una y prometió «representar a cada ciudadano de nuestra tierra».

También declaró que su gobierno será una épica de «crecimiento y renovación nacional» «Estados Unidos ya no se conformará con menos de lo mejor», aifrmó, añadienod que el país «soñará a lo grande y con valor y audacia».

El ganador de las elecciones de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que su rival Hillary Clinton le había llamado para felicitarlo por su victoria.

El empresario dijo que había felicitado «a ella y a su familia por una campaña muy, muy peleada», en declaraciones ante sus seguidores en su fiesta de victoria en la ciudad de Nueva York. » Le debemos una gran deuda de gratitud » por su servicio, añadió.

 

Una derrota para la dinastía Clinton

 

Para Clinton, la derrota marcó el asombroso final de una dinastía que ha protagonizado la política demócrata durante una generación. Ocho años después de perder ante Barack Obama en las primarias demócratas —y 16 años después de salir de la Casa Blanca para convertirse en senadora de Estados Unidos— Clinton parecía destinada a la consagración presidencial.

La campaña de la demócrata tuvo el apoyo del carismático presidente saliente y de su esposa, Michelle Obama. Clinton se comprometió a mantener programas emblemáticos como el Obamacare, elevar los salarios de las familias trabajadoras y lograr que las universidades sean más accesibles para los estudiantes. Sin embargo, en los últimos meses, los partidarios de Clinton tomaron las elecciones como una oportunidad histórica para elevar a una mujer al cargo más importante de la nación y repudiar a un hombre cuyo comportamiento hacia las mujeres centró gran parte de la campaña.

La incertidumbre abunda cuando se habla de la presidencia de Trump. Su campaña estuvo llena de una lista de propuestas políticas que a menudo parecía mutar cada hora.

Incluso el ingreso de Trump al Partido Republicano fue bastante tardío en su carrera, lo que entre los políticos profesionales causa desconfianza sobre sus convicciones. Sus enredos en los negocios también lo seguirán a la Oficina Oval porque plantean muchas preguntas sobre potenciales conflictos de interés. Su negativa a publicar sus declaraciones de impuestos ha generado dudas sobre el registro, las relaciones y los intereses financieros del nuevo presidente.

Trump prestará juramento el 20 de enero.

 

Republicanos retienen la Cámara de Representantes

 

Los republicanos aseguraron el control de la Cámara de Representantes en el nuevo Congreso. Posiblemente pierdan algunos escaños respecto a su actual mayoría histórica, pero ganaron los suficientes para extender sus seis años de control en la cámara baja.

Los resultados electorales siguen siendo contados en las primeras horas del miércoles, pero los republicanos cuentan con al menos 218 escaños. Eso supera el número necesario para tomar control de la cámara.

Los demócratas comenzaron el año con la esperanza de que la candidatura divisiva de Donald Trump les costara a los republicanos varios escaños en la Cámara de Representantes. Su impacto en los candidatos legislativos fue escaso.

Los republicanos ahora controlan 247 asientos de la cámara baja. Con una menor mayoría republicana, los disidentes conservadores podrían tener ventaja para presionar al presidente de la cámara, Paul Ryan, y a otros líderes del partido en cuestiones de presupuesto y otros temas.

 

Una campaña intensa y radical

 

Los dos candidatos hicieron campaña en un momento de ansiedad nacional en torno al terrorismo islámico, mientras surgían brotes de violencia en Estados Unidos y el extranjero que interrumpieron la contienda y avivaron el temor de que ni siquiera los niños estaban a salvo. Muchos electores se sentían frustrados porque la economía mejoraba continuamente, pero eso no los beneficiaba. La tasa de desempleo bajó a 4,9 por ciento y en algunas zonas metropolitanas llegaron a faltar trabajadores porque abundaban los empleos.

Sin embargo, las diferencias personales fueron el tema dominante. La campaña se convirtió en un referendo sobre el carácter de los candidatos y una prueba de fuego para valorar cómo los electores definen la identidad estadounidense mientras el país cambia rápidamente.

Clinton se alejó de la prudencia política que imperó en la presidencia de su esposo y adoptó las ideas preferidas por los segmentos demográficos en ascenso que impulsaron dos elecciones de Obama: mujeres, personas homosexuales y millennials. Trump hizo campaña sobre una plataforma de restauración; juró que trabajaría para que volviera la grandeza de Estados Unidos, y revertiría los desafíos económicos generados por la globalización. Se enfocó en los votantes blancos y llenó su discurso de alusiones raciales, algo que no se había visto en la política presidencial moderna.

Trump se convirtió en el abanderado más detestado entre algunos sectores por la forma abusiva y burda con la que trata a las mujeres, su discurso crudo y demagógico hacia las minorías, y las burlas dirigidas hacia un grupo de electores que eran sagrados: los prisioneros de guerra, personas con discapacidad y padres de soldados condecorados.

El próximo presidente electo enfrentará las exigencias de un país fracturado. El ganador será desafiado por sus oponentes dentro de los principales partidos, así como por un electorado que anhela una economía más fuerte y un país más seguro, pero que también está profundamente polarizado en cuanto al papel del gobierno y el significado de ser estadounidense.

Trump heredará un Partido Republicano profundamente dividido por su candidatura. Al dirigir una campaña que se parecía más al nacionalismo europeo que al conservadurismo estadounidense, Trump alejó a grandes líderes de su partido y pocos políticos de alto perfil estuvieron a su lado hacia el final de la campaña. Es probable que los demócratas estén más unidos en su contra que contra cualquier otro presidente de la modernidad pues, más que un líder de la oposición, lo consideran una amenaza al país. Si intenta imponer medidas represivas a algunos grupos minoritarios contra los que hizo campaña, sobre todo musulmanes e hispanos, provocará una feroz resistencia por parte de los demócratas, pero también entre muchos republicanos.

 

Contra México

 

Desde antes de la campaña, Donald Trump utilizó a México para ganarse a los sectores de ultra-derecha. “No quiero nada con México más que construir un muro impenetrable y que dejen de estafar a EE.UU.”, señaló vía Twitter el 6 de marzo de 2015.

En mayo de ese mismo año, insistió: “México no se aprovechará más de nosotros. No tendrán más la frontera abierta. El más grande constructor del mundo soy yo y les voy a construir el muro más grande que jamás hayan visto. Y adivinen quién lo va a pagar: México”.

En el discurso de lanzamiento de su candidatura para las primarias del Partido Republicano, el 16 de junio de 2015, reiteró: “México no es nuestro amigo. Nos está ahogando económicamente”.

También dijo: “Cuando México nos manda gente, no nos mandan a los mejores. Nos mandan gente con un montón de problemas, que nos traen drogas, crimen, violadores…”.

También se refirió al crimen organizado: “Los mayores proveedores de heroína, cocaína y otras drogas ilícitas son los carteles mexicanos, que contratan inmigrantes mexicanos para que crucen la frontera traficando droga”.

El pasado miércoles 31 de agosto pasado, el republicano se reunió con el presidente Enrique Peña Nieto en Los Pinos, a invitación del mandatario mexicano.

El empresario calificó la reunión como un éxito, después de que reiteró, en suelo mexicano y frente a la prensa nacional e internacional, la construcción de un muro en la frontera de ambos países.

Una semana después, el 7 de septiembre, el ex secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, renunció al cargo después de trascendió que fue uno de los artífices de la visita del republicano.

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