Clave secreta en el templo de La Valenciana
Juan Arturo LÓPEZ RAMOS
Ciudad de Guanajuato, Miércoles 24 de Agosto, 2016.- La legendaria iglesia de la Valenciana, construida por el dueño de una de las minas más ricas del mundo, preside majestuosa el bellísimo paisaje de la ciudad de Guanajuato. Me uno a otros invitados a la boda que se realizará en este magnífico escenario, todos vistiendo nuestras mejores galas y la emoción de ver el nacimiento de una nueva familia. Al regocijo familiar se suma la emoción de contemplar la bella fachada de un templo icónico en esta ciudad patrimonio de la humanidad. Me escapo unos instantes para observar de cerca los adornos tallados en cantera, tratando de encontrar significados ocultos, claves secretas, mensajes cifrados de nuestros antepasados los artistas indígenas, como discreto testimonio de sus antiguas creencias, perseguidas entonces por la Santa Inquisición instaurada por los vencedores.
Margarita Loera Chávez y Peniche, investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, señala en su libro Memoria indígena en templos católicos Siglo XVI, Estado de México; “…pero cuando la mano del dominador le obligó a levantar los edificios y sus elementos decorativos, aquellas brotaron de manera inmediata. Unas veces en forma espontánea expresando simplemente su propia concepción de la cultura que se les impuso; y otras, con la clara intención de dejar asentada la esencia y las creencias de sus pueblos vencidos. Solamente así podemos entender el por qué́ de la gran cantidad de elementos prehispánicos plasmados en los muros de muchas iglesias del siglo XVI, donde las piedras talladas con motivos indígenas están en sitios perfectamente visibles y, al parecer en ciertos casos, en lugares estratégicos”.
Aunque la iglesia de la Valenciana fue construida bien entrado el siglo XVIII, iniciada en 1775 y terminada en 1788, busqué algún indicio en su fachada sin ningún resultado aparente.
Sin embargo, durante la celebración de la misa a la que asistí como padrino de Velación de mi querida y bella ahijada Liliana, mi cercanía me permitió observar detalles del altar principal y sugestionado por mi obsesión en las culturas antiguas, creí ver entre las tallas del magnífico barroco, dos conjuntos idénticos y simétricos, incrustados en dos columnas intermedias, con aire de mascarones de dioses indígenas y al instante pensé en Quetzalcoátl, el dios del Viento, la estrella matutina y vespertina, el gemelo precioso, la dualidad divina. -Estoy delirando-, pensé, mientras el Sacerdote aconsejaba fidelidad, amor y tolerancia a la joven pareja.
La ceremonia continuó y apenas al terminar, presuroso observé los decorados frisos de cantera a los lados del altar principal. Todas eran de flores tallada al más puro estilo barroco, pero mi asombro fue mayúsculo cuando encontré una inscripción diferente: un rostro de perfil soplando y me dije a mí mismo: ¡Quetzalcoátl!, (figura 1), pero al instante tambien pensé en Eólo, el dios griego de los vientos, como se muestra en una talla del viejo continente (figura 2).
En la iconografía europea Eolo aparece siempre con el cabello hirsuto y profusas barbas. La imagen del templo es más austera pero explícita dibujando el perfil de alguien que sopla. Su nariz parece maya; entonces recordé que Quetzalcóatl provocó el renacimiento cultural del Mayab en esas tierras. Aunque importante, el hallazgo no era de manera alguna definitivo, pero más arriba encontré otra talla que rompe con los dibujos del patrón de flores que domina el conjunto y de manera inequívoca muestra un glifo asociado indiscutiblemente al Dios mesoamericano, que consiste en la representación de la sección transversal de un Caracol, el instrumento que une al pueblo, porque a través del aire que se sopla a su interior, produce el sonido que convoca a reunirse a la comunidad.
Aun con estos hallazgos, seguía dudando que en el altar principal se encontraran los extraños conjuntos que inducen de manera sutil, a imaginar que los dos mascarones representan a la dualidad divina. Repensé, recree en mi memoria la imagen del pectoral de Mictlantecuhtli, tan cercano a los oaxaqueños, también los cabellos hirsutos y la barba profusa del estilo europeo y mis dudas se disiparon. Ahí en el centro del maravilloso templo de la Valenciana, estaba claro el mensaje de nuestros antepasados y vigente la presencia de Quetzalcóatl.
Mictlantecuhtli, En este pectoral que forma parte del tesoro de Monte Albán, se advierte un tocado cuadrado y las orejeras circulares, que enmarcan el enigmático rostro de esta excepcional pieza.
El mascaron en la Iglesia de la Valenciana está formado por tallas de flores que en conjunto crean la imagen de un rostro con un elaborado tocado a cuyos lados penden orejeras al estilo antiguo. En la cara destacan los ojos, la nariz y una abundante barba al estilo de los antiguos dibujos europeos de Eolo.
Quetzalcóatl, el gemelo precioso, la dualidad divina, lleva en el pecho su distintivo inconfundible, la sección transversal del caracol marino.
