Gobierno “tortura” a niña oaxaqueña abusada sexualmente

*Los momentos que pasan, una menor y su madre, para buscar atención, pronta y expedita, del sistema de justicia del estado de Oaxaca, que se han convertido en una “tortura”

Texto: Froylán Méndez Ferrer

Foto: CIMAC Noticias

Oaxaca, Oaxaca, Jueves 27 de Octubre, 2022.- “Madre” pone el radio para calmar su ansiedad, que en los últimos días se ha convertido en tortura; sus ojos hinchados no paran de lagrimear, mientras voltea y por enésima ocasión se arrepiente por denunciar el abuso sexual hacia “niña”, su segunda hija.

“Madre”, con su poco español, muestra su pena, dolor y frustración sentada en la esquina de la mesa; apenas agarra la cuchara y sopea un poco de caldo del amarillo: “Don, por qué fui a denunciar, no se va a lograr nada, ya no aguanto, no hace caso la gente, la policía”. Respira agitada, atraviesa otro momento de ansiedad, siente que no puede con otro aliento. “Niña” se volvió a escapar el fin de semana en la búsqueda de su abusador, ya convertido en su amor. Le dicen el Síndrome de Estocolmo.

“Madre”, en los últimos meses ha tratado de denunciar el consecutivo abuso sexual que ha recibido “niña” por dos adultos, uno de ellos familiar. A “madre”, nuestra amiga, la hemos acompañado en su peregrinar por las nada cálidas oficinas de las áreas del gobierno del estado de Oaxaca, donde en sus pasillos se leen carteles de justicia pronta y expedita, de protección a menores, a niñas y niños por abusos, con temas de igualdad y justicia para mujeres. Pero con poca sororidad de funcionarios.

Para “niña” es una tortura pasar horas con “madre” en esos lugares. Para “niña” era mejor salir de su casa, perderse entre el monte para ir a buscar unos brazos mayores.

“Niña” no estudia, recibía “bullying”; cursó tres veces un ciclo escolar. Su hogar donde vivió con “madre”, antes de cambiarse, continúa ahí, de láminas con montón de agujeros, como un cielo estrellado. Por las noches el frío entra como un acondicionado de auto. La cama flota en época de lluvias, ropa y cosas reman en círculos. Sus dos mascotas dormían con ellas para no mojarse y no temblar; sus gallinas buscaban lugar entre los dos únicos cables de luz. Sin baño, un tinaco viejo en su patio espera su regreso.

“Niña” y “madre” están por lo pronto bajo un decente techo de un par de amigos que las han acogido por el tiempo que dure su “tortuoso” proceso de denuncia.

Madre”, tres meses con una denuncia trabada en la Fiscalía

El primer y mayúsculo problema de la Fiscalía General de Oaxaca fue porque no cuentan con un intérprete oficial de su lengua para tomarle su declaración. La Fiscalía de Oaxaca no buscó al traductor, sólo se topó con un joven de servicio social como intérprete. Sin respetar los protocolos adecuados, la agente de ministerio público permitió que un servidor social interactuara con “madre”. No se percataron que son familia, que el traductor es pariente de unos de los acusados. “Madre” confiesa que el servidor la cuestionó (en su lengua): “por qué había yo tardado en denunciar y que, sería difícil agarrarlo”, cuenta. “Madre” dice que por eso se sintió nerviosa, “no pude decir mucho, porque es primo y va decir a la familia en el pueblo, me dio vergüenza”. Ese día no durmió tranquila.

La agencia de ministerio público que lleva su caso, pareciera que pone trabas y trabas. A “madre”, a pesar del acompañamiento de la representante jurídica del Instinto de la Mujer Oaxaqueña (IMO) no le han dado derecho, junto a su hija, de ser protegidas, pareciera que no hay transversalidad al no ponerse de acuerdo, pereciera que con el cambio de gobierno en el estado la Fiscalía está parada o en espera para no hacer nada. Ahora le dicen a “madre” que cambiaron a la MP que llevaba su caso. “Madre” tendrá que esperar más días de “tortura” en lo que la nueva MP se pone al corriente.

Niña”, abandonada a su suerte y su “tortura” continúa

Ayer, “niña” se arrinconó en una hamaca y acurrucó en sus manos la foto de su padre, un policía de origen indígena de la Sierra Sur que falleció por diabetes; se la lleva al pecho y habla con alguien, se le ve platicar, lo ve fijamente como si lo tuviera enfrente, susurra mientras sus pupilas se dilatan.

La historia de tortura de “niña” habría empezado hace casi tres años. “Niña”, al parecer, fue abusada sexualmente: primero por un familiar al que ella veía como protector, ante la repentina muerte de su padre. Esto fue descubierto por “señor” (el otro agresor), quien la recrimina por sus actos. “Señor” se volvió su héroe y su amor. “Señor”, probablemente ha abusado de “niña” por años. En cartas de “niña” le pide perdón a “señor” por contar lo que él hizo (abuso sexual) y ser su novia, aunque él sea muchos años mayor, que no la dejan salir para verlo como lo hacía los domingos cuando escapaba de misa o como cuando buscaba un sinfín de pretextos para escapa e ir a buscarlo.

A “niña” no le han podido tomar su declaración por falta de protocolos; sufre “tortura”

Tres meses han pasado sin que exista voluntad para que a “niña” le tomen su declaración. El único motivo y el más importante es que el Centro de Justicia para las Mujeres de la Subprocuraduría de Delitos Contra la Mujer por Razón de Género, dependiente de la FGO, “no cuenta” con los requisitos, como lo marca el protocolo para que un menor de edad rinda su declaración. Más días de “tortura” para “niña”.

Uno de los requisitos es la cámara de Gesell, que es un método para investigar el comportamiento en menores y una herramienta jurídica para conocer detalles, acciones, omisiones y pormenores de casos vinculados a abusos sexuales contra niños y adolescentes.

Para Aracely Zárate Martínez, titular de la Procuraduría Estatal de Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Oaxaca (PRODENNAO) no es importante cumplir con los protocolos, ni que a la menor le sea tomada su declaración mediante la cámara de Gesell, “así nada más se ha hecho, sin eso se les ha tomado su denuncia a las niñas, no es importante”, comentó.

“Todos los días se trabaja en beneficio de las niñas, niños y adolescentes, tal como lo ha instruido el gobernador Alejandro Murat Hinojosa, y su esposa, la señora Ivette Morán, con el fin de garantizar sus derechos básicos”, dijo Zárate Martínez, en una toma de fotos al lado de Ivette y Cristian Holm Rodríguez, entregado premios.

A elle pareciera no importarle la “revictimización” y “tortura” que continúan sufriendo las niñas, niños y adolescentes, al tomarles su declaración “así nada más”.

Mientras tanto, “niña” sigue sufriendo, se impacienta, no hace caso, grita, agrede a madre, se esconde, platica con sus amigas imaginarias, en ocasiones sus travesuras se las atribuye a ellas. Aunque sus manos casi siempre tiemblan, “niña” rompe rejas, se salta cercas para salir de su “tortura” diaria, para buscar a su amor. “Madre” ha pedido mil veces que alberguen a su hija en un sitio asistencial, pero todo recae en la decisión de la MP y porque a “niña” no le han tomado su declaración.

A la señora Ivette Moran de Murat se le dio a conocer el caso de “niña”, aunque sin detalles y la carencia de la cámara de Gesell en la FGO. El sistema Estatal para el Desarrollo de la Familia cuenta con una cámara de Gesell. Por su parte el director del DIF, Cristian Holm, no ve impedimento para que se ocupe el equipo. Sin embargo, el Centro de Justicia para las Mujeres no ha dado muestra de intentar tomar la declaración de “niña”, tampoco la menor ha tenido acercamiento psicológico de ningún tipo y ni siquiera para prepararla para su declaración y disminuir su “tortura”.

“Madre”, en ocasiones ya no aguanta tanto sufrimiento: “mija, si quieres tanto a ese hombre, te llevo con él, ya no aguanto tanto daño que me haces”, le dice a “niña”, mientras la menor sólo fija su mirada en la esquina de la calle donde vive “señor”. Para “madre” es mejor un albergue y no esperar a que un día desaparezca para siempre o la encuentre muerta entre un arroyo.

No hay fin de la “tortura”

“Madre” tiene abierta una llaga en su alma, en su corazón y se tortura en cada momento, en cada segundo que no ve a “niña”. Salta de la silla, no termina su bocado, pide echar candado a su cuarto por las noches para no pasar horas en vela vigilando a “niña”, no la quiere perder de vista, no quiere que vuelva a escapar y que le pase lo que ella misma sufrió de niña.

“Me paré, mucha sangre en mi cuerpo y ropa, no supe qué hacer, era muy chica cuando me violaron”, cuenta “madre” en una mar de lágrimas saladas, como las olas de las playas de su pueblo. “Madre” no tuvo educación, no sabe leer ni escribir, pero contar dinero sí. “Madre” aprendió muy chica a reconocer billetes y monedas, su mamá la llevaba a vender productos de la zona por las calles de un pueblo cercano, ahí le arrebataron brutalmente su virginidad, ahí en donde todavía venden a niñas para casarlas.

Hace días, “madre”, con mucho ánimo se presentó en el domicilio de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca: ¿para qué?. “Madre” no ha entendido para qué fue ahí: “doña, estas casas son oficinas”, dijo al entrar. Pero ahí sólo entendió lo poco que pudo, firmó un papel, la instruyeron a esperar a que se vea su caso y salió por donde entró con su lento paso y sus mejillas rojas por el calor.

“Madre” junta cada trozo de cable de cobre que encuentra, intenta juntar un kilo. “Madre” no puede hacer lo que más le gusta en la vida, salir por las calles del pueblo, llenar sus pies con polvo y caminar con cubetas para vender sus productos, ahora su único consuelo ha sido sembrar un par, “en luna llena siembro otros, veras que chulo pegan”, habla entre cortado viendo al cielo, con la esperanza de que la próxima luna le dé suerte, y esperando que algún día le hagan caso y que termine para ella y su hija la “tortura” por la búsqueda de justicia en Oaxaca.

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