Francisco Toledo, a dos años de su muerte

Foto: Agencias.

*El artista plástico se caracterizó por abrazar diversas luchas, una de ellas fue contra McDonald’s en Oaxaca

Oaxaca, Oaxaca, Domingo 05 de Septiembre, 2021 (Fuente: La Razón/24 Horas/nvinoticias.com/La Verdad Noticias/).- A dos años de la muerte del artista plástico Francisco Toledo (Juchitán, Oaxaca, 1940-2019), se recuerda su compromiso social con distintas causas: la defensa el maíz, su solidaridad con los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa y la batalla que emprendió contra McDonald’s en Oaxaca.

Fue en 2002 cuando emprendió una lucha contra la cadena de comida rápida McDonald’s. En aquella ocasión envió una carta a los directivos de McDonald’s Corporation, en Oak Brook, Illinois, en la que expuso en tres cuartillas sus argumentos para oponerse a la instalación de uno de sus restaurantes en el Centro Histórico de Oaxaca.

Toledo aseguraba que la apertura de una sucursal de esa cadena de comida rápida en los portales de la capital causaría daños a la economía y al patrimonio cultural.

En la misiva, Francisco Toledo recordó que, en la ciudad de Santa Fe, California, la empresa echó para atrás sus planes de instalar un restaurante en el centro histórico e insistió que para los oaxaqueños el Zócalo era un espacio «sagrado» por la presencia y convivencia de los pueblos indígenas del estado y las inversiones que se generan y reinvierten a nivel local.

«Exhortamos a ustedes a buscar un lugar fuera de nuestro Centro Histórico para ubicar su franquicia, su comprensión puede señalar un gesto de buena voluntad y sensibilidad hacia el patrimonio cultural de los pueblos, una muestra de respeto que mejorará la imagen de su empresa en México y en todo el mundo», expresó Toledo en la carta.

Francisco Toledo Organizó una tamaliza

Para agosto de 2002, Toledo organizó una tamaliza en el Zócalo de Oaxaca a manera de protesta. «Estos sí son de a de veras y tienen ingredientes naturales», dijo el pintor en aquella ocasión.

Desde las 11 de la mañana, la gente se arremolinó en torno a unos improvisados puestos, ante el azoro de los comerciantes establecidos; y es que la amenaza de esta singular protesta, ya tenía por lo menos tres días «cocinándose», incluso, el artista, ya había tronado contra la trasnacional, al enterarse de su intento de instalar la franquicia.

En medio de las tamaleras, unas tres bandas de música, otros artistas e incluso funcionarios del gobierno, Francisco Toledo comenzó a repartir los tamales de dulce, de mole, de rajas, chepil y frijol, al tiempo que unas mujeres originarias de Tlacolula de Matamoros, repartían tejate, una bebida preparada con maíz, cacao y canela.

Al final, después de un año, ganó la batalla contra la empresa estadounidense, cuando el entonces alcalde de Oaxaca, Gabino Cué, dio a conocer que no se autorizó la instalación del restaurante.

En aquella ocasión, el mandatario explicó que la decisión se dio por el rechazo de la mayoría de los oaxaqueños, quienes en una consulta pública manifestaron su desaprobación a la apertura del McDonald’s.

En su momento, la escritora Elena Poniatowska calificó a Francisco Toledo como un ser admirable, «todo lo que un intelectual del siglo XXI debería ser o aspirar a ser”.

«No es sólo un pintor notabilísimo, un grabador, un escultor, un hombre culto, un lector, un coleccionista notable, es un defensor de los derechos humanos y del patrimonio cultural de México. Si Oaxaca le debe algo a alguien es precisamente a Francisco Toledo y sus obras.»

El día en que el artista Francisco Toledo vendió su instituto por un peso

Francisco Toledo fue un artista plástico, activista, filántropo y promotor de la cultura que además de entregar su vida al arte se encargó de defender los derechos humanos y las lenguas originarias, así como de conservar el patrimonio histórico y cultural de su natal Oaxaca. A dos años de su partida lo recordamos con una de sus más icónicas acciones.

En 2015 el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) recibió como donación el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) un museo-biblioteca creado por Toledo en 1980.

Al momento de su entrega el Instituto alberga 125 mil obras entre pinturas, esculturas, dibujo, grabado y más (incluyendo trabajos de Rufino Tamayo, José Luis Cuevas y Vicente Rojo), además de 50 mil 462 libros de arte, danza y música, así como 5 mil videos y 7 mil archivos sonoros que fueron parte del acervo cultural del artista.

El IAGO contaba con dos inmuebles “Alcalá” y “Juárez”, y a sus 74 años Toledo afirmó que su donación era parte de su plan de “dejar todo el orden”.

El Instituto sufrió un embargo en sus cuentas bancarias después de que el maestro no pudiera realizar de manera satisfactoria el pago de sus obligaciones fiscales, el interés del artista siempre fue la preservación del centro y de todas las obras que lo conforman.

Durante el acto de entrega de los inmuebles el maestro habló de su pago por el instituto. “Recibí un peso y no es deducible de impuestos, es efectivo y me lo voy a gastar yo solito, no tengo que pagar impuestos de ese peso”.

Por su parte, su hija Natalia Toledo explicó que la donación de la obra a INBA tenía como finalidad “que lo guarden, lo cuiden y lo multipliquen”.

“El maestro” Toledo, desarrolló su talento artístico como pintor, escultor, impresor, dibujante y ceramista, su obra tiene como sello personal la creación de criaturas antropomorfas de carácter mágico y atemporal con inspiración él el arte popular mexicano. El artista destacaba la belleza en la naturaleza y en animales como los sapos, murciélagos, iguanas, monos e insectos.

A los 79 años el artista abandonó este mundo después de luchar contra un cáncer de pulmón, actualmente es considerado uno de los mayores artistas en México y a pesar de su partida su legado continúa a través de cada una de sus creaciones, centros y acciones en pro de Oaxaca y el arte.

Francisco Toledo ¿Por qué es el artista más importante de México?

Francisco Toledo es un destacado artista que también un personaje empático, sencillo, divertido, autentico y genial; mismo que este domingo 05 de septiembre cumple dos años de su muerte, siendo aun de los artistas más importantes de México.

Es por eso que ahora a dos años de su partida conoceremos las razones que lo convierten en el artista más importante de México en la actualidad.

Hay que destacar que Toledo se dedicó́ a defender el patrimonio artístico de Oaxaca y a promover la cultura mexicana en el extranjero, era un talentoso polifacético que hizo muchos por la cultura.

A dos años de la partida del artista Francisco

Toledo, en Oaxaca aún se mantiene vivo su legado

Sea lo que sea que se mueva en Oaxaca, tiene la impronta que Francisco Toledo (1940-2019) le dejó. El artista, filántropo, activista y mecenas vive no sólo por su vasto legado cultural, sino porque vaticinó y supo echar a andar proyectos educativos, de promoción de lenguas, ambientales, artísticos y sociales. Los ámbitos de su acción fueron todos y esa es la riqueza que lo mantiene vivo no sólo en la memoria, sino en las iniciativas que siguen activas. Hoy se cumplen dos años de su partida física; no habrá eventos oficiales, pero desde cada espacio que fundó, se enuncian día con día nuevos discursos creativos.

El antes y después de Oaxaca tiene que ver con su generosidad. Para uno de sus colaboradores más cercanos es literal: “Mueves lo que sea en Oaxaca y aparece él. Hay un antes y después de él, una transformación, una metamorfosis única, positiva y  luminosa, un hombre que fue en el sentido contrario del capitalismo neoliberal dominante durante todos estos años, ya que socializó su riqueza”, así lo expresó hace tiempo Fernando Gálvez de Aguinaga, crítico de arte y curador.

En otra entrevista, su hija, Natalia Toledo, refirió que, en una nueva realidad llamada «normalidad», en la que el cubrebocas incluso puede salvar vidas “él quizá saldría disfrazado. Es algo que le hubiera encantado. Me lo imagino caminando por las calles de Oaxaca disfrazado de conejo o como algún personaje de los cuentos que él inventó, como ese mago que fue”.

Sin ceremonias, lo recuerdan en sus centros culturales

Daniel Brena, director del Centro de las Artes de San Agustín, comparte en entrevista que este año no habrá ceremonias, que todo lo que él quiso lo realizan día con día en las instituciones que fundó: “No hay ceremonia, más bien se trabaja en todo lo que hacemos, en continuar con la vocación que tenía: que la educación fuera gratuita y de la más alta calidad para todos. Nosotros le recordamos en las actividades que echó a andar y que seguimos con ellas”.

Agregó que el maestro vive a través de lo que muchas personas han emprendido con su trabajo artístico y qué mejor manera que recordarlo a través de los formados, beneficiarios y usuarios de los acervos de todas las instituciones, los talleres e iniciativas que forman parte de su legado.

Este día, desde las cuentas en medios sociales de cada espacio como el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y el Centro de las Artes de San Agustín, se publicará un texto relativo al aniversario luctuoso de Francisco Toledo.

El versátil, el ideólogo

A unos días de que el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo celebre su 25 aniversario, Daniel Brena compartió que el maestro Toledo siempre estuvo interesado en la fotografía, desde niño: “Él decía que pensaba que la fotografía era más acerca de recuerdos de viajes y memorias, hasta que vio un libro de Álvarez Bravo y supo que la foto podría expresar algo más. De ahí le pidió una cámara a su familia y comenzó a tomar fotos; más adelante tuvo la oportunidad de conocer a Álvarez Bravo y a muchas personas, de descubrir la fotografía”.

En esas charlas que Daniel Brena mantuvo con el maestro, como uno de sus colaboradores más cercanos, hablaron de los talleres, las bibliotecas, de los espacios culturales que fundó y de otras necesidades como el fomento a las lenguas; por ello, hace una década Toledo creó los Premios CaSa, que comenzaron con un sólo idioma: el zapoteco y que hoy abre su espectro a cinco idiomas.

“A dos años de la partida de Toledo, el interés de la gente en sus iniciativas persiste y ver que la gente responde es muy emocionante. Seguimos la dirección que él quería, apoyados de muchos aliados, personas interesadas en fortalecer las lenguas”. De esta manera, todo su equipo, su familia y sus colaboradores honran las vetas que él comenzó a cultivar, con trabajo, voluntad y financiamiento. Hoy, Oaxaca celebra y honra el legado del maestro.

Para recordar

Francisco Toledo exploró todos los medios visuales imaginables para producir alrededor de nueve mil obras en las que recuperó técnicas antiguas e investigó con otras nuevas, tanto en la pintura como en la escultura, la cerámica y el grabado.

El otro legado de Francisco Toledo: rescate y

conservación del patrimonio documental de Oaxaca

Este 5 de septiembre de 2021, cuando se cumplen dos años del fallecimiento de Francisco Toledo, nos gustaría traer a colación una faceta que quizá muchos desconozcan: su ardua labor por el rescate y conservación del patrimonio documental de Oaxaca.

Para iniciar, baste señalar dos hechos. El primero se remonta a cuando él, a la edad de 13 años, llegó a radicar a la ciudad de Oaxaca para iniciar sus estudios en la actual Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO), y que desde esta temprana edad dan cuenta de su interés por la lectura y la cultura en general.

En una entrevista reciente que le hicieron a la señora Beatriz Natera de Natera, mejor conocida como la “Chatita”, quien por muchos años fungió como directora de la biblioteca de la Escuela de Bellas Artes de la UABJO, apunta que ella tuvo contacto con el joven Toledo, a quien siempre lo veía interesado en consultar el acervo de esta institución para desarrollar sus tareas escolares, y más todavía: ella lo acogió como un hijo. Amistad fraterna que perduró a través del tiempo.

El segundo tiene que ver cuando Toledo se inscribió en la Escuela de Derecho, y según nos contó el licenciado don Luis Castañeda Guzmán (+), visitaba su casa con su hijo, ya que ambos eran compañeros en la carrera de jurisprudencia. Como el licenciado Castañeda Guzmán tenía una amplia y variada biblioteca, siempre le llamó la atención su interés por “curiosear” en ella y lo que le preguntaba sobre diversos temas. Pero Toledo no quería ser abogado, y por eso abandonó esta carrera y se inscribió en la Escuela de Bellas Artes de la misma universidad. 

Años después, ya fuera en sus estancias en la Ciudad de México, en Europa y en los Estados Unidos de Norteamérica, Toledo se fue haciendo pacientemente de una colección de libros de literatura, de artes visuales y gráficas. El resultado fue la colección de obra plástica y uno de sus proyectos más relevantes: la Biblioteca del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (BIAGO). Una de las más importantes en América Latina sobre arte y cultura en general.

Fue a partir de mediados de los años setenta del siglo veinte cuando Toledo vinculó su trabajo artístico con la causa política, particularmente con el movimiento de la Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI), cuya sede principal se asentaba en la ciudad de Juchitán y cuyo movimiento político sacó al PRI del gobierno del ayuntamiento. Fue en esta época cuando Toledo hizo dos cosas con su patrimonio personal y que lo marcarían hasta el final de su vida:

1) donó una buena colección de libros para que se formara la biblioteca y una sala de exposiciones en la Casa de la Cultura de Juchitán; posteriormente también donó libros para otros lugares del estado: la biblioteca de la Escuela de Bellas Artes de la UABJO; la de la cárcel de Ixcotel; Teotitlán del Valle y Pluma Hidalgo en la costa oaxaqueña y 2) Financió la revista Guchaci’ Reza [Iguana Rajada, en el zapoteco del istmo].

Toledo tuvo otras experiencias que son dignas de destacar en el rubro del rescate patrimonio documental e histórico: a) cuando se involucró con la COCEI en su lucha en los años setenta del siglo pasado, como lo señalamos líneas arriba, financió la revista Guchaci’ Reza [Iguana Rajada], y donde jugó un papel destacado el ya también fallecido Víctor de la Cruz Pérez (+), junto con otros intelectuales istmeños para rescatar la memoria y las tradiciones istmeñas;  b) en 1983 patrocinó la edición de un libro fotográfico de Rafael Donís sobre la historia del ayuntamiento popular juchiteco; c)en los años noventa del siglo pasado también financió la revista El Alcaraván. Boletín trimestral del IAGO (19 números entre 1990 y 1994]; d) Fundó con su propio peculio su sello editorial, bajo el nombre de Ediciones Toledo, donde lo acompañó como diseñador Bernardo Recamier y e) también financió otras dos revistas: El Comejen y El Espulguero.

Pero quizá los dos proyectos más importantes, por las implicaciones directas e indirectas, para el rescate y conservación del patrimonio documental de Oaxaca sean, en primera instancia, su decidida participación, por conducto del Patronato Pro Defensa y Conservación del Patrimonio Natural y Cultural de Oaxaca (Pro-Oax), para la creación del Centro Cultural Santo Domingo, y dentro de este conjunto cultural, su intervención directa para que los fondos antiguos de la UABJO conformaran, entre otros valiosos acervos, la actual biblioteca fray Francisco de Burgoa. En este tenor, es importante señalar que, gracias a su añeja amistad con el licenciado Castañeda Guzmán, Toledo lo convenció para que facilitará la escultura que adorna el centro del primer patio del Centro Cultural Santo Domingo.

En segunda instancia, la formación de la asociación civil de los Amigos de los Archivos y Bibliotecas de Oaxaca y su órgano de difusión: la revista Acervos. Historia que debe ser conocida por el público en general, y cuyo primer acercamiento damos a conocer a los lectores del periódico NOTICIAS como un pequeño pero merecido homenaje a la memoria del maestro Toledo.

Revista Acervos

Previo a que saliera en el verano de 1996 el primer número de Acervos, sucedió que al colega Víctor de la Cruz (+) le habían negado el acceso a un archivo agrario en la capital oaxaqueña, esto provocó que él y Toledo convocaran a una reunión en el patio trasero del IAGO. A esta reunión, además de los dos promotores, también asistimos Anselmo Arellanes Meixueiro (+) y los que esto escriben. La reunión aludida se celebró a mediados de 1995. El objetivo: suscribir una carta abierta para denunciar el hecho de que los archivos públicos estén al contentillo de quiénes los dirigen. En esa misma reunión, Toledo nos preguntó que si como historiadores estaríamos interesados en formar una asociación que nos reuniera y nos permitiera tener una posibilidad de interlocución en torno al estado de los archivos públicos.

Algunos meses después de esta reunión en el IAGO, fuimos avisados de que podíamos pasar a la notaría 25 del licenciado Alfredo Castillo Colmenares para proporcionar nuestros datos generales y revisar una propuesta de asociación profesional, la que andando el tiempo se constituyó con fecha 15 de noviembre de 1995 como la asociación civil Amigos de los Archivos y Bibliotecas de Oaxaca, A.C. Asociación presidida por el licenciado Castañeda Guzmán y como secretario Francisco José Ruiz Cervantes.

De inmediato, el maestro Toledo le comentó a este último que en su calidad de secretario se hiciera cargo de publicar un “Boletín”, que sería el órgano de difusión de la mentada “Asociación”. Pensamos que Toledo tenía en mente una “pequeña hoja volante” como boletín informativo. Sin embargo, cuál no sería nuestra sorpresa que en una nueva reunión llevada a cabo otra vez en el IAGO, Toledo nos presentó a los diseñadores Héctor Carranza y Manuel de Cisneros, quienes a la postre aparecerían bajo el nombre de “Taller 13”, y ellos nos presentaron una propuesta de hacer una revista “hecha y derecha”. Este es el origen de la revista Acervos.

La citada revista se publicó en la capital oaxaqueña entre 1996 y 2007. Una revista destinada a difundir investigaciones históricas de tema oaxaqueño, elaboradas a partir de la consulta en archivos y bibliotecas, que alcanzó la friolera de 30 números. Los primeros tres números fueron financiados en su totalidad con recursos provenientes del peculio de Francisco Toledo; asimismo, él revisaba cada uno de estos primeros números y daba sus atinadas opiniones sobre las imágenes y el diseño que lo acompañaban.

A partir del cuarto número, Toledo nos comunicó que él emprendería otros proyectos y que ya echada a andar, deberíamos buscar otras fuentes de financiamiento. Con la experiencia adquirida, la revista publicó 27 números más, y los fondos provinieron de las siguientes instituciones: el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) a través del apoyo a revistas independientes; del Programa Homeruns-Banamex; de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca y del proyecto “Historia comparativa de la prensa en México, 1792-1950” que tuvo el respaldo financiero del CONACYT, coordinado por la doctora Celia del Palacio Montiel, en ese entonces investigadora de la Universidad de Guadalajara.

Gracias a esta publicación y al trabajo realizado por conducto de la Asociación de Amigos de los Archivos y Bibliotecas de Oaxaca, A.C, la labor de rescate y ordenamiento de los acervos documentales ha cambiado en los últimos 20 años: con el respaldo del Archivo General de la Nación se organizaron diversos archivos municipales de la entidad; el Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Oaxaca fue organizado en su totalidad y fue uno de los primeros en contar en el país con la publicación de una Guía General de su acervo; y, quizá, el proyecto más ambicioso, por el cual lucharon diversos investigadores oaxaqueños, mexicanos y extranjeros, y particularmente el licenciado Castañeda Guzmán, el doctor Juan Ignacio Bustamante y  “Chico” Toledo: dotar de un espacio adecuado para resguardar los ricos acervos de Oaxaca.

AGEO

En este contexto es preciso revelar algo que pocos saben: que antes de que el Centro de las Artes de San Agustín fuera el actual Centro de las Artes, Toledo invitó a la doctora Alejandra Moreno Toscano en el año 2000 para que nos diera su opinión sobre el deseo del artista plástico para que la fábrica textil de San Agustín, Etla, fuera el recinto que albergaría al renovado Archivo General del Estado de Oaxaca (AGEO).

Varios integrantes de la Asociación de Amigos hicimos el viaje, y a la doctora Moreno Toscano, que había participado en la transformación del “Palacio Negro de Lecumberri” en el Archivo General de la Nación durante el sexenio de José López Portillo, le gustó la iniciativa para resguardar la memoria documental de los oaxaqueños. Sin embargo, trabas burocráticas de los trabajadores del “viejo” AGEO y de sus líderes sindicales, quienes arguyeron que les quedaba muy lejos de la ciudad a sus agremiados para sus actividades laborales; las vacilaciones del entonces gobernador José Murat para cumplir con los fondos prometidos de parte del gobierno del estado, salvo los comprometidos por el maestro Toledo, que puso su parte en tiempo y forma, echaron al basurero esta idea. En su lugar, la citada fábrica se convirtió en el Centro de las Artes de San Agustín.

Pese a este contratiempo, años después, y sin participar físicamente en la inauguración, como era su estilo, el 9 de noviembre de 2016 se inauguró la Ciudad de los Archivos, con la colaboración de la Fundación Alfredo Harp Helú, el Conaculta, el gobierno de Oaxaca y el gobierno federal.

¿Quién era Francisco Toledo?

Francisco Benjamín López Toledo, conocido como Francisco Toledo, fue un artista plástico de orígenes zapotecas que también tuvo una destacada labor como activista de izquierda, luchador social, ambientalista, promotor y difusor cultural y filántropo.

Se destaca que desde muy pequeño manifestó talento artístico e irrefrenable impulso creativo, tanto, que su papá permitió que pintara todo lo que quisiera en las paredes de la casa.

En el colegio siempre sacó malas calificaciones porque no le interesaba estudiar ni hacer tareas. Lo que quería era dibujar, leer, visitar museos y platicar con los grandes a quienes les hacía muchísimas preguntas. Consciente o inconscientemente desarrolló su propia estrategia de aprendizaje.

En la adolescencia Francisco entró en un taller de grabado donde inició sus estudios artísticos, luego se mudó́ a la Ciudad de México para ingresar a la Escuela de Diseño y Artesanías de Bellas Artes.

Destacado como un talento, a los 19 años debutó como expositor en la capital del país, y poco después realizó su segunda exhibición en Dallas, Texas, donde dejó de firmar con su nombre de pila, Francisco Benjamín López Toledo, y adoptó el nombre artístico que conservaría a lo largo de toda su vida: Francisco Toledo.

¿Por qué es el mejor artista de México?

Afortunadamente el artista a los 20 años se mudó a París, conoció́ y trabó relación con Rufino Tamayo y Octavio Paz; empezó́ a exponer en prestigiosas galerías tanto de Francia como de España, lo que representó un logro trascendental para un joven artista zapoteca.

A los 25 años volvió a México como un pintor consolidado. Construyó su nombre y empezó́ a generar grandes cantidades dinero, pero la sencillez de su corazón se mantuvo intacta. Se mudó un tiempo a Nueva York, por lo que, a los 30 años ya era un personaje multicultural y con el dominio de cuatro lenguas: español, zapoteca, francés e inglés.

Su importancia radica en su obra única que mezcla elementos ancestrales con inventiva y vanguardia, usó los pinceles para dar vida a una realidad paralela. Sus pinturas y dibujos hacen evidente su aprecio por la naturaleza.

La muerte, la literatura, el sexo y el más allá son motivos recurrentes, así como también abundan papalotes, libros, máscaras y joyas. Elefantes, monos, murciélagos, iguanas, armadillos, tortugas, conejos, sapos, insectos mitológicos y hasta criaturas antropomórficas son protagonistas de sus creaciones.

Cabe destacar que Francisco Toledo definió su obra como un universo que ata cabos con lo real y simultáneamente despliega la metáfora, actualmente su obra se encuentra repartida en colecciones privadas alrededor del mundo.

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