Murió el artista plástico Francisco Toledo

*El artista plástico oaxaqueño murió en su casa, a los 79 años de edad

*Además de su obra, Francisco Toledo fue conocido y reconocido por su labor altruista y compromiso social; también denunció la deforestación, la destrucción de la naturaleza y la corrupción

Oaxaca, Oaxaca, Viernes 06 de Septiembre, 2019 (Fuente: Agencias).- Este jueves murió el artista plástico juchiteco Francisco Toledo (Juchitán, Oaxaca, 1940-Oaxaca, Oaxaca, 2019), quien es considerado uno de los mayores artistas de Oaxaca y México.

Según informaron sus propios familiares, el pintor falleció la noche de este jueves en su casa de la capital de Oaxaca, a la edad de 79 años. Natalia Toledo, su hija, fue quien confirmó el deceso.

La causa de su muerte, trascendió, fue a consecuencia de un cáncer de pulmón, según reportaron familiares.

Toledo de 79 años había sido trasladado desde el miércoles en avioneta dese la CDMX y al llegar a su domicilio dejó de existir.

Las exequias y funerales se realizarán en esta capital y será sepultado en su natal Juchitán de Zaragoza.

Se pudo establecer que el máximo artista, que vivía a la época de la ruptura, había sido ingresado a un hospital de la ciudad de México desde el pasado lunes, pero finalmente este miércoles la familia y el mismo artista decidieron regresar a Oaxaca, por lo que, finalmente, este jueves por la noche falleció. 

Además de su obra plástica, Toledo fue conocido y reconocido por su labor altruista y compromiso social; su obra también denunció la deforestación, la destrucción de la naturaleza y la corrupción.

Tras la irreparable pérdida, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, afirmó que “Oaxaca está de luto por la pérdida de un artista universal: Francisco Toledo. Nos dejó como legado su magnífica obra, su pasión por nuestro estado y su espléndida calidad humana”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, el gobernador de Oaxaca, la Secretaria de Cultura, coincidieron que Oaxaca y el arte están de luto por la muerte del artista plástico Francisco Toledo.

A través de Twitter y al mismo tiempo, el gobernador Alejandro Murat y Alejandra Frausto, escribieron mensajes para despedir al oaxaqueño.

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lamentó el deceso en su cuenta de Twitter: “El arte está de luto. Ha fallecido el maestro Francisco Toledo, oaxaqueño, gran pintor y extraordinario promotor cultural, auténtico defensor de la naturaleza, las costumbres y las tradiciones de nuestro pueblo. Descanse en paz”.

“Su paso era como la semilla de maíz, la de calabaza, la de chile y de frijol de la milpa más bella que nadie haya creado. Rayones, dibujo excelso, chango murciélago elefante chapulín. El zapoteco se oyó en coros que lo inventaron todo con ese canto tuyo Francisco Toledo”, escribió en Twitter la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto.

Por otra parte, la familia Toledo difundió un breve comunicado:

“La familia Toledo comunica con profunda tristeza que el maestro Francisco Toledo ha fallecido.

Pedimos respetar nuestro dolor, y la manera en que nuestro padre manejó su intimidad.

Gracias por sus muestras de cariño y su compresión.                 

A partir de las 23:30 horas de este 5 de septiembre en el IAGO habrá una ofrenda para quien quiera acudir”.

Gobierno de Oaxaca lamenta el fallecimiento del artista universal Francisco Toledo

A nombre del pueblo de Oaxaca, el gobernador Alejandro Murat Hinojosa lamenta el fallecimiento del artista plástico Francisco Toledo, considerado uno de los creadores más importantes de México.

“Oaxaca está de luto por la pérdida de un artista universal: Francisco Toledo. Nos deja como legado su magnífica obra, su pasión por nuestro estado y su espléndida calidad humana”, afirmó.

De esta manera, el Jefe del Poder Ejecutivo expresa sus más sentidas condolencias a su muy distinguida familia, deseando pronta resignación ante tan lamentable pérdida.

Francisco Benjamín López Toledo nació en Juchitán de Zaragoza en 1940. A la edad de 11 años se instaló en la ciudad de Oaxaca para cursar la escuela secundaria, tiempo en el que comenzó a desarrollar su talento en el taller oaxaqueño de Arturo García Bustos.

Posteriormente, viajó a la Ciudad de México para tomar clases en el taller de grabado de la Escuela de Diseños y Artesanías. Con apenas diecinueve años, expuso sus obras en México y en Fort Worth (Texas).

Considerado como uno de los principales artistas de México, Francisco Toledo destacó por conjugar técnicas antiguas y vanguardistas en sus obras, tanto en la pintura como en la escultura y la cerámica.

En vida fue promotor cultural, filántropo, luchador social y ambientalista. Entre su aportación y legado al pueblo de Oaxaca destacan el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) creado en 1988; el Taller Arte Papel Oaxaca, ubicado en la antigua planta hidroeléctrica «La Soledad» desde octubre de 1997 y el Centro de las Artes San Agustín (CaSa) en San Agustín Etla, que abrió sus puertas en 2006 y es considerado el primer centro de arte ecológico de Latinoamérica.  

Última exposición

Apenas en julio pasado, el Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP) presentó una exposición dedicada a las piezas artísticas que el pintor mexicano Francisco Toledo produjo en diversas etapas de su carrera.

En la muestra Toledo Ve, los visitantes pueden, todavía, apreciar más de 600 de sus obras.

La directora del museo, Lluvia Sepúlveda, destacó que “el maestro Francisco Toledo es de origen oaxaqueño; originario de Juchitán y es un artista muy connotado; uno de los más importantes en México”.

La exposición está dedicada a la faceta como diseñador del pintor mexicano y se conforma por artículos cotidianos que ha interpretado y transformado en piezas artísticas a partir de materiales como papel, metales, fibras, vidrio, pieles y cerámica, trabajadas de forma artesanal y ligadas a la naturaleza.

La directora del recinto comentó que se podrán apreciar “muchos artículos que uno podría encontrar en la vida cotidiana, como papalotes, rejas, joyería, pero casi todos están fabricados con materiales naturales. Son muchos materiales que están trabajados desde la artesanía, con procesos y técnicas artesanales, pigmentos naturales”.

Toledo también tuvo una destacada labor como activista de izquierda, luchador social, ambientalista, promotor cultural y filántropo, ha apoyado numerosas causas enfocadas a la promoción y conservación del patrimonio artístico mexicano, orientada al libre acceso a la formación artística y el cuidado del medio ambiente.

En 2015, ese hombre delicado y sensible a la vez, dijo a El País sobre los 43 de Ayotzinapa: “Eso es una vergüenza que no tiene nombre. Los políticos quieren que se pase página, pero esa página no se podrá pasar nunca. Queda para la historia de la infamia”.

–Para recordar a los 43 estudiantes desaparecidos hizo papalotes (cometas) con sus rostros y los puso a volar. ¿Por qué? –le preguntó el periodista Jan Martínez Ahrens.

–Fue un gesto que preparamos con los niños de la escuela. Hay una costumbre del sur: cuando llega el Día de los Muertos se vuelan papalotes porque se cree que las almas bajan por el hilo y llegan a tierra para comer las ofrendas; luego, al terminar la fiesta, vuelven a volar. Como a los estudiantes de Ayotzinapa los habían buscado ya bajo tierra y en el agua, enviamos los papalotes a buscarlos al cielo –respondió.

La obra de Francisco Benjamín López Toledo “traza un círculo completo. Empezó en Oaxaca, donde llegó a estudiar a los 12 años, y en su tramo final, tras largos periodos en el extranjero, ha recalado en el punto de partida. Su tierra es el ombligo de su creación. De ella emanan su paleta, sus criaturas primitivas y fantásticas, sus creencias. Sus cuadros, cercanos en el tratamiento del color a los de su mentor artístico, Rufino Tamayo, combinan influencias occidentales –Goya y Picasso, Klee y Ho­garth– con formas antiguas e indescifrables, fraguadas en los valles del sur de México”, reseñó el mismo diario.

Han pasado 5 años desde el septiembre negro e inolvidable: los muchachos no regresan, y Toledo ha muerto.

En la década de los 50 comenzó su formación artística profesional en el taller de grabado de Arturo García Bustos. Posteriormente ingresó al Taller de Grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en la Ciudad de México.

Al poco tiempo Toledo se trasladó a Francia donde estudió en el taller de grabado de Stanley Hayter.

En 1965 el artista regresó a México y desarrolló pintura, litografía, grabado, escultura, cerámica y diseño tapices con diversos artesanos.

Museos como el de Arte Moderno en México, París, Nueva York; en el New York Public Library, la Tate Gallery de Londres y la Kunstnaneshus de Oslo, entre otros, poseen algunas de sus obras más destacadas.

Actualmente las obras de Francisco Toledo se encuentran rotando por el mundo, poniendo en alto su visión creativa en las artes plásticas mexicanas.

¿QUIÉN FUE FRANCISCO TOLEDO?

Francisco Benjamín López Toledo (Juchitán, Oaxaca, 1940-Oaxaca, Oaxaca, 2019), polifacético artista mexicano, considerado el más destacado del país, que ha trabajado con extraordinario colorismo la acuarela, el óleo, el gouache y el fresco, pero también la litografía, el grabado, el diseño de tapices, la cerámica o la escultura en piedra, madera y cera, buscando siempre renovar formas y técnicas. Hombre comprometido con sus orígenes indígenas, es uno de los máximos promotores de la defensa del patrimonio artístico del estado de Oaxaca.

Desde muy pequeño Francisco Toledo demostró una especial habilidad para el dibujo, y su padre alentó esa temprana tendencia al ceder a sus colores las paredes de la casa. Su abuelo Benjamín, zapatero del pueblo de Ixtepec, multiplicó su imaginación con salidas campestres en busca de resina vegetal, perladas de relatos populares en los que los seres fantásticos se entremezclaban con todo tipo de animales y personajes legendarios.

A los once años se instaló en la ciudad colonial de Oaxaca, para cursar la escuela secundaria. Y después en México, D. F., para tomar clases en el taller de grabado de la Escuela de Diseños y Artesanías, con la experiencia de haber realizado sus primeros grabados en el taller oaxaqueño de Arturo García Bustos. Con apenas diecinueve años, expuso sus obras en México y en Fort Worth (Texas).

El gran contraste y el mestizaje enriquecedor se produjeron entre 1960 y 1965, cuando Toledo vivió becado en París para estudiar y trabajar en el taller de grabado de Stanley Hayter. A los tres años de estar en Europa presentó su primera muestra en una galería parisiense; un año más tarde expuso en Toulouse, pero también en la Tate Gallery de Londres, con catálogo escrito por Henry Miller, y en Nueva York. En Francia fue reconocido en seguida como un artista singular, especialmente celebrado, como escribió André Pierre de Mandiargues en 1964, por su «desarrollo de lo mítico» y su «sentido sagrado de la vida».

Regresó a México con una técnica pictórica depurada que no dejaría de enriquecer, así como con la influencia de ideas plásticas de artistas de distintas escuelas europeas, como Alberto Durero, Paul Klee o Marc Chagall. Aunque, en realidad, su mayor influencia provino de los códices que recogieron los símbolos prehispánicos: con todas sus formas rabiosamente contemporáneas, el artista será un tlacuilo, un moderno e ilustre pintor de códices, y un chamán dispuesto a purificar el espíritu para devolver el goce al cuerpo.

A partir de entonces se dedicó a crear febrilmente, y sus exposiciones se multiplicarían de Nueva York a Tokio, de Oslo a Buenos Aires, y siempre en Oaxaca. No obstante, los críticos consideran que nunca se ha preocupado de promover su obra, y mucha de ella pasa directamente a manos de coleccionistas que la adquieren por adelantado. No en vano, en octubre de 2004 presentó su primera exposición en diez años, «Pinturas recientes de Francisco Toledo», en la Latin American Masters de Beverly Hills, California.

Una estética particular

Toledo recupera técnicas antiguas e investiga con otras nuevas, tanto en la pintura como en la escultura y la cerámica. Diseña tapices que realiza con los artesanos de Teotitlán del Valle. El color y la riqueza étnica y cultural de Oaxaca catalizan su creatividad y su obra, como la de tantos otros artistas plásticos locales y extranjeros. En 1977 viajó a Nueva York, ciudad a la que regresó en 1981 para ampliar sus técnicas en la cerámica. Un año antes, el Museo de Arte Moderno de México había organizado una gran exposición retrospectiva de su obra. En 1983 presentó el libro de grabados originales El inicio, e inició también una larga carrera como editor. En 1997 presentó en México las exposiciones (y los libros) «Zoología fantástica», a partir de textos de Jorge Luis Borges, e «Insectario», mientras encandilaba en la Bienal de Venecia con las esculturas de la titulada «La fragilidad del alma».

Los críticos resaltan que el modo obsesivo con que el artista trabaja las texturas y los materiales, tales como la arena o el papel amate (el papel precolombino, hecho con corteza machacada del árbol llamado amatl o amate), así como la maestría con la que materializa su creación consiguen el efecto de que su obra parezca vibrar como si la criatura híbrida de animal y hombre, o el insecto, o la iguana, o cualquiera de sus seres tropicales pugnaran por cobrar vida real. Esa sensación inquietante que percibe el observador de la obra acaba por meterlo irremisiblemente en la visión, en el realismo fantástico del autor.

Los animales a través de los que Toledo refleja su apreciación estética de la naturaleza no se asocian con la belleza: son insectos, serpientes, sapos, iguanas, murciélagos. Y son fantásticos, como sus monstruos son juguetones, porque él no sabe de pudor ni pecado y un humor acre y delirante recorre cada pincelada de sus lienzos o cada incisión de su buril, para dejar un rastro de crudo y juicioso estudio social disfrazado de fábula, de alegoría de la crítica situación del hombre y el mundo actuales.

Observador, crítico y ecologista, su obra es también una denuncia de la deforestación y la destrucción de la naturaleza. En 2003, el artista presentó «Matando la muerte», grabados de cañones disparando contra esqueletos. El año anterior, pasó once meses pintando en un suburbio de Los Ángeles, California.

Maestro de pintores

Tanto su estilo como su forma metafórica de representar el mundo crearon escuela, sobre todo entre los pintores oaxaqueños, y muchos son los que pintan como Toledo. Pero su obra y su personalidad son únicas. Entre los cuadros que Luis Cardoza y Aragón llamó «cantos a la fertilidad» y otros amores, tres mujeres le dieron cinco hijos. Cena tamalitos de chipil (una hoja silvestre que le da sabor a esa masa de harina de maíz) sentado en la acera de la calle. Calificado de huraño y retraído, prefiere el silencio y se ríe con las versiones dispares que corren sobre su vida. Se junta más que con pintores, con poetas juchitecos amigos, con otros poetas mexicanos de los que ha publicado numerosos libros en Ediciones Toledo. Su obra habla por él. Y también sus actos.

Con los años, Francisco Toledo se afianzó como la gran personalidad de Oaxaca, capital indígena, provinciana y cosmopolita. El artista fundó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), que cuenta con el mayor acervo de obra gráfica de creadores internacionales y una completa biblioteca de arte, además de publicar El Alcaraván, una revista imprescindible en el mundo del grabado.

Promovió también la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), inaugurado en 1992 y ubicado en la denominada Casa de Cortés, el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y el Museo de los Pintores, así como la restauración del emblemático monasterio agustino donde funciona ahora el Centro Cultural Santo Domingo. Con su biblioteca, rescató también las labores de encuadernación y cuidado de los libros.

Toledo creó en Etla, cerca de la ciudad de Oaxaca, un Taller de Papel de materiales orgánicos que da trabajo a la población y rescató parte de una factoría de hilados; en la ciudad, abrió un cine club gratuito, El Pochote, con muros recubiertos con sus bajorrelieves. Potencia el mundo cultural y las posibilidades artísticas de los invidentes con bibliotecas, exposiciones palpables o escuelas de arte y fotografía; lleva libros a las cárceles.

Al frente de la organización Pro-Oax, recupera ex conventos, logra canalizar y tratar aguas negras, o encabeza en la calle movimientos para defender las tradiciones y la comida oaxaqueñas, e igual se opone tenazmente a la apertura de una hamburguesería en la plaza central de su ciudad, que organiza «tamalizas» o reparte tortillas de maíz criollo para mostrar el valor culinario local frente a las compañías multinacionales o los alimentos transgénicos. Casi siempre desaliñado y con huaraches en los pies, resecos como su tierra, Francisco Toledo se ha convertido, como su obra, en símbolo y expresión de los más profundos mitos de México.

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