México, segundo en feminicidios en AL

*Feminicidios, abusos, desigualdad… marcan una deuda con el sector, que registró 2 mil 795 asesinatos en 2017

Oaxaca, Oaxaca, Martes 20 de Agosto, 2019 (Fuente: Agencias).- La violencia hacia las mujeres es uno de los más grandes desafíos que enfrentan las sociedades latinoamericanas, donde 2 mil 795 mujeres fueron asesinadas en 2017, según los últimos datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG). De acuerdo con las Naciones Unidas, la eliminación de estos crímenes permitiría que más de 50 por ciento de la población del hemisferio pueda gozar de sus derechos y contribuir al desarrollo de sus países.

Activistas y académicas entrevistadas por La Razón dan cuenta que pese al andamiaje legal que se ha creado con grandes esfuerzos en los últimos 40 años, gobiernos nacionalistas han hecho que estos marcos jurídicos sean letra muerta, además de las resistencias culturales que han hecho que el discurso patriarcal esté enraizado en el imaginario colectivo, al grado de negar la gravedad del problema, por considerarlo normal.

Los gritos más alarmantes suenan desde Brasil, el gigante latinoamericano tuvo el mayor número de feminicidios en 2017, mil 133, según el reciente reporte del OIG —México está en segundo lugar, con 760—. La cifra mantiene activa la emergencia ante la falta de interés del presidente Jair Bolsonaro, un exmilitar que ha denigrado a las mujeres de manera abierta —en su campaña dijo que la “fealdad” de una diputada era tal que “nadie se atrevería a violarla”—, sin contar su también público rechazo a la ideología de género.

La apatía de Bolsonaro es uno de los principales síntomas de la escalada en las conductas sociales en detrimento de las mujeres, dijo a La Razón la periodista y activista mexicana Elsa Ángeles: “el retroceso a la derecha es un punto clave, una derecha que está exacerbando los sentimientos nacionalistas y el miedo por el otro, por la otra”.

En la década de los 2000, recuerda Ángeles, arribaron a Latinoamérica gobernantes como Luiz Inácio Lula (Brasil), Néstor y Cristina Kirchner (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Michelle Bachelet (Chile) y José Mujica (Uruguay), cuya agenda contribuyó a avanzar en políticas en pro de las mujeres.

“Parecía que íbamos bien. Se lograron avances importantes, como plantear la brecha salariar y protocolos para prevenir y erradicar embarazos adolescentes, despenalizar el aborto. Ahora hay un aumento en feminicidios, un aumento muy grave en la trata, mujeres y niñas en situación de explotación”.

Para la activista con experiencia en acompañamiento de mujeres en situación de vulnerabilidad, el cambio “no es gratuito”: “No es que de manera repentina viniera gente malvada a despreciar a las mujeres. Se trata de un plan de Estado, una estrategia política que responde a intereses de unos cuantos: tenemos petróleo, recursos naturales, nos toman como mano de obra barata”, esta condición deriva en abusos en contra de las sociedades, en particular en contra de las mujeres, por lo que el problema, reflexiona, también responde a un origen económico, “la solución al problema es más integral”.

En un intento por descubrir qué, quiénes o cuáles son las raíces de la violencia de género los establecimientos culturales se aparecen como el monstruo gigante a vencer, como lo dijo el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro: “El orden patriarcal que tienen nuestros países es un fósil del siglo XX que arrastramos hasta el siglo XXI”.

Josefina Hernández, doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y especialidad en Estudios de la Mujer por El Colegio de México, señaló que el hecho de que haya tanta violencia en América Latina obedece a las “resistencias culturales”.

Todo lo que avanzamos, explica en referencia a leyes y programas de protección, se topa de frente con el machismo. “La cultura patriarcal dice que no vamos, dice que no no somos iguales. Sin ser minoría, debemos luchar para remontar los rezagos. Desafortunadamente en nuestros países, los dirigentes, de manera abierta, están renuentes a cambiar de paradigma”.

Hernández Téllez señala que el “pensamiento básico” de negarse a compartir el poder, de sentirse superior, se encarna en la conducta de quienes están al frente de los países y de la estructura del Estado, incluyendo a los medios de comunicación.

El periodismo es un elemento relevante en la propagación de estas resistencias culturales, cuando replica “el pensamiento básico” del discurso patriarcal y cuando “pondera y desenfoca” las verdaderas causas de la violencia de género. Con regularidad, señala la investigadora, criminaliza a las víctimas y se vuelve cómplice del juego.

“El ejemplo claro fue la manifestación de mujeres el pasado viernes, en Ciudad de México: mujeres jóvenes se levantan contra la violencia, contra la mala aplicación de las leyes, nula sensibilidad, estamos enojadas e indignadas y los medios no están dispuestos a entender el enojo, dicen que violentamos, que cometimos destrozos. Lo que está prevaleciendo es el discurso de que las mujeres debemos ser bien portadas, sumisas, calladas, pasivas. El foco es la enorme violencia, la impunidad, pero los medios prefirieron centrarse en los daños a la vía pública”.

Madián Guevara, artista visual feminista, ve las recientes manifestaciones de enojo, no sólo en México sino en el continente entero, como resultado de la creciente indignación por la inacción de los gobiernos.

“Aunque haya leyes, los castigos no los vemos. Y esto causa que sigamos viendo impunidad, más feminicidios con un grado de violencia impresionante, con tanto odio. No importa cuántas leyes o programas o alertas o protocolos si no se castiga como se debe”.

De acuerdo con cifras oficiales, en Latinoamérica, en 98 por ciento de casos de feminicidio, los responsables se quedan sin castigo. Estudios indican que una de cada tres mujeres ha sido o será víctima de la violencia en algún momento de su vida.

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