Rescatarán pintura rupestre en la Mixteca
*La iconografía de los grafismos que alberga presume una antigüedad de más de mil 500 años, cuenta con más de 500 grafías con complejos diseños y gran variedad de técnicas pictóricas
Oaxaca, Oaxaca, Sábado 15 de Junio, 2019 (Fuente: Agencias).- Un gran frente rocoso localizado en la Mixteca Baja oaxaqueña, cuya extensión aproximada es de 285 metros de largo, aloja pintura rupestre con más de 500 grafías en las que observan complejos diseños y una gran variedad de técnicas pictóricas, además de la sobreposición de capas que dan fe de diferentes momentos de elaboración de las pinturas; este lienzo pétreo es protegido y será atendido para su conservación por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Ubicado en el Barrio de Guadalupe, municipio oaxaqueño de Ixpantepec Nieves, el sitio de pinturas rupestres conocido como Kava ndiyo’o (“Peña del colibrí”, en mixteco), recientemente fue registrado por la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos del INAH y, en base a la iconografía de estos grafismos, se presume que tiene una antigüedad de más de mil 500 años.
Sandra Cruz Flores, restauradora perito de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH y responsable del Programa Nacional de Conservación del Patrimonio Gráfico-Rupestre de la institución, explicó que el acercamiento al sitio se dio en 2015, gracias a la denuncia de la comunidad, la cual está interesada en su protección y conservación.
Personal del Centro INAH Oaxaca hizo un primer reconocimiento por el sitio, posteriormente, en 2016, especialistas de la CNCPC visitaron la comunidad para apreciar el sitio en toda su grandeza; al ver la complejidad de éste se solicitó al Programa Nacional de Conservación del Patrimonio Gráfico-Rupestre sumarse a su atención.
Antes de iniciar los trabajos de protección y conservación del sitio rupestre, en 2018, le solicitaron a la Dirección de Registro Arqueológico del INAH realizar su inscripción al catálogo de sitios arqueológicos del INAH, para que la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos lo protegiera.
El encargado de esta labor fue el arqueólogo Iván Rivera, quien realizó un recorrido y prospección en el sitio, para generar la cédula de registro, con lo que se le dio certeza legal al sitio para, posteriormente, iniciar con el diagnóstico especializado del estado de conservación de las pinturas.
En términos de conservación —explicó Cruz Flores—, por ser un sitio de difícil acceso, ha estado protegido sin sufrir graves afectaciones por la acción humana. No obstante, presenta alteraciones importantes, sobre todo derivadas de su exposición a la intemperie, el paso del tiempo y de las mismas técnicas utilizadas para su elaboración.
“Hay presencia de grafiti pintado y de algunos desprendimientos intencionales y afectaciones menores. Tenemos que trabajar con la comunidad para orientar la visita al sitio, aunque no está abierto oficialmente al público, es visitado por personas de la localidad y la región”, mencionó.
Sandra Cruz Flores indicó que, de acuerdo con el primer registro realizado, el gran paramento cuenta con un discurso pictórico de más de 500 diseños; se observa claramente la sobreposición de capas, indicio de los diferentes momentos de la elaboración de las pinturas.
“Encontramos una gran variedad de técnicas pictóricas, diseños elaborados con la técnica de tinta plana, que cubre de color completamente a los diseños; hay muchos otros con delineados delgados y gruesos que marcan contornos. Asimismo, están los manufacturados por impresión al positivo o al negativo, como las improntas de manos. En general, la aplicación de la capa pictórica fue por medio de la técnica llamada en húmedo: mezcla del pigmento con un aglutinante para poder aplicarlo de manera fluida”, comentó.
Adelantó que no sólo hay evidencia de que los diseños fueron plasmados con pinceles o brochas, sino que también de forma dactilar. Existen evidencias que permiten apreciar que algunas grafías fueron aplicadas por aspersión, ya que en el lienzo rocoso se observan pequeñas gotas de pintura fluida, que da una idea de cómo fueron depositadas en la superficie.
Expuso que el risco cuenta con una gran variedad de diseños —algunos identificados como del periodo Clásico (400-700 d.C.), debido a su relación con los estilos pictóricos o iconografía de la región—, entre ellos destacan los de morfología naturalista, principalmente figuras antropomorfas de cuerpos completos; evidencias de manos; representaciones de animales y aves. Otros diseños corresponden a trazos abstractos y geométricos (de difícil interpretación): líneas rectas, series de puntos, retículas, polígonos abiertos y cerrados, entre otros.
La paleta cromática con la que fueron elaborados los diseños es amplia, posee varias tonalidades de rojo, anaranjado, ocre, amarillo, negro y blanco. La identificación de los pigmentos se realiza mediante análisis instrumentales, como espectroscopia Raman o espectroscopia infrarroja FTIR, y los resultados pueden ayudar a discernir si se trata, por ejemplo, en el color blanco, de presencia de carbonato o de sulfato de calcio (cal o yeso), lo que permite apreciar cómo fue que emplearon diferentes materiales para poder plasmar los diseños.
El proyecto de conservación del sitio de pintura rupestre se encuentra en proceso, con el apoyo de la comunidad de Ixpantepec, que está dispuesta adquirir el compromiso, a largo plazo, para protegerlo junto con el INAH.
“Este año, iniciaremos la segunda fase del proyecto, donde nos enfocaremos a las acciones emergentes de conservación. El sitio está ubicado en una zona sísmica, los movimientos telúricos generan desprendimiento de rocas que son calizas, en las cuales hay separación de capas que, de alguna forma, se van traduciendo en pérdida del material, de soporte pétreo y de las pinturas”, advirtió.
Se buscará resarcir los daños, sobre todo por el paso del tiempo y el intemperismo, además de estabilizar las áreas prioritarias del sitio e ir trabajando en el programa de conservación preventiva y mantenimiento, que se diseña con la comunidad, ya que el objetivo es que sean los pobladores locales quienes lo lleven a cabo, por lo que serán capacitados en esta labor.
De acuerdo con el arqueólogo Iván Rivera, de la Dirección de Registro Arqueológico del INAH, el sitio está ubicado en una región que fue habitada desde tiempos prehispánicos por hablantes de lengua mixteca, por lo que los creadores de las pinturas pertenecían a esa filiación cultural.
“El gran risco donde se encuentran las pinturas es un lugar sagrado, en Mesoamérica este tipo de espacios eran muy importantes porque en ellos se hacían peticiones de lluvia, de prosperidad, de cuestiones agrícolas, por lo que pensamos que las grafías fueron pintadas precisamente para hacer una petición a las deidades del agua y la fertilidad en la Mixteca”, comentó.
Refuerza esta idea la presencia de motivos con fuerte carga simbólica dentro de la cosmovisión mesoamericana, como el glifo que hace referencia a la tierra, representadas como las fauces de un gran lagarto, imagen que aparece en códices mixtecos como en el Nuttall o Vindobonensis, y que ha sido interpretado como el acceso al inframundo a través de cuevas, y el sitio de Kava ndiyo’o tiene agrietamientos que recuerdan cavernas.
“Al llegar al sitio, se aprecia un pequeño bloque con motas color negro y rojo, relacionadas con la imagen de la piel de jaguar, que en los códices se vincula con la vestimenta que generalmente usaban los señores mixtecos cuando eran investidos como reyes. Lo que da a entender que el sitio era parte de un ciclo ritual o lugar ritual, donde los gobernantes, los antiguos caciques mixtecos, llegaban en peregrinación a hacer rituales para la ascensión al poder o para justificar, ante la tierra misma, su posición de soberano”, destacó.
El sitio de pinturas rupestres no está aislado, se inserta dentro de una serie de localidades que fueron habitadas en diferentes momentos. Alrededor existen por lo menos cinco sitios arqueológicos que presentan ocupación desde el periodo Preclásico (400 a.C.) y hasta el Posclásico (900 a 1521 d.C.), por lo que se piensa que los creadores de las pinturas conocían el lugar desde tiempos remotos. Existe una serie de capas pictóricas sobrepuestas en las que se aprecian motivos que estilísticamente se pueden datar hacia el Clásico (400 a 800 d.C.), por ejemplo, glifos calendáricos que pueden corresponder a nombres de personajes o deidades, que tienen semejanzas estilísticas con monumentos grabados de la región de la Mixteca Baja.
El arqueólogo Iván Rivera mencionó que en la primera aproximación que tuvo al sitio no se encontró mucha evidencia arqueológica, sin embargo, en la parte alta del cerro se halló un sitio arqueológico del Posclásico, Xini yuu kivi, con evidencia de plataformas y terrazas, lo que hace suponer que los habitantes de este sitio eran quienes administraban y cuidaban el espacio donde se encuentran las pinturas.
“Apenas estamos entendiendo la arqueología del sitio, pues fue la primera visita que se hizo. Ixpantepec fue un señorío importante en el Posclásico y está justamente en el camino entre las mixtecas Baja y la de la Costa, donde había un intercambio cultural y comercial importante entre ambas zonas y hacia el Altiplano”, afirmó.