586 policías federales muertos entre 2006 y 2018

*Ex agentes denuncian abandono

Oaxaca, Oaxaca, Sábado 01 de Diciembre, 2018 (Fuente: Agencias).- Apenas escuchó los primeros disparos, vio cómo algunos de sus compañeros saltaron de los vehículos y corrieron hacia atrás a esconderse.

Consciente de un posible enfrentamiento, el uniformado llevaba la mirada clavada sobre la naturaleza.

Sus ojos taladraban cada matorral que se atravesaba en aquel camino de brechas.

La reacción inmediata fue resguardarse a un lado de la camioneta para ver de dónde provenía el fuego.

Un instante atrás del paso del convoy, una persona de la tercera edad con un caballo llamó su atención.

El animal oponía resistencia y recargaba sus patas sobre la tierra levantando el polvo.

A Juan Barragán Reyes, policía federal, lo veía de frente a los ojos como avisando que no pasarían por ahí. El dueño se notaba muy nervioso esa mañana del 10 de diciembre de 2010, quizá un halcón del crimen organizado, pero continuaron la marcha y 200 metros adelante comenzó la refriega. Era una emboscada.

Las detonaciones de arma de fuego dejaron perplejos a varios de sus camaradas. Algunos estallaron en llanto o rezaban. Otros menos hábiles grababan con su celular el enfrentamiento. Su comandante y tres compañeros perecieron ese día en tierras de Michoacán, la primera en la lista de las 8 entidades que suman el mayor número de elementos de la Policía Federal (PF) que perdieron la vida en servicio del 1 de diciembre de 2006 al 25 de junio de 2018. Le siguen Chihuahua, Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Tamaulipas, Nuevo León y Sinaloa. De los 568 fallecimientos (entre ellos los de 15 mujeres), 348 corresponden a estos estados. Es decir, el 61.26%, de acuerdo con datos obtenidos vía Transparencia en poder de este medio.

A 12 años del inicio de la guerra contra el narcotráfico, los policías federales han sido víctimas del abandono y la violencia. Especialistas y organizaciones civiles coinciden en que fue importante la reconstrucción que hizo de la institución el expresidente Felipe Calderón, pero cayó en debacle con el presidente Enrique Peña Nieto.

Ex agentes cuentan que la transformación del exmandatario panista fue hecha al vapor, con poca capacitación y preparación, por eso se pasó la factura con estos decesos. Y en este sexenio priista sus condiciones laborales cambiaron. Hubo desequilibrio económico, poca estabilidad laboral y precariedad para desempeñar su trabajo. Además, afirman, la delincuencia se fortaleció y las instituciones se volvieron más débiles.

Con Calderón “fue recuperar la institución, porque el sexenio de Vicente Fox dejó muy maltrecha a la institución. Fue una labor de reconstrucción, se creó la División Científica, se reforzó la de Investigación, de Antidrogas. Hubo una explosión de financiamiento. Este sexenio (de Peña Nieto), inició con dos políticas muy importantes que afectaron directamente, la constitución de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y la División de Gendarmería”, explica Carlos Vilalta, especialista en seguridad y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

María Elena Morera, de Causa en Común, cuenta que en el sexenio pasado el proyecto era elevar el número de elementos a 40 mil e incorporar a 5 mil más cada año. “Era bueno si se hubiera cumplido, ahorita tendríamos 60 mil y mucho menos presión sobre las fuerzas armadas. Sin embargo, en este sexenio no se siguió reclutando y las condiciones de los policías cambiaron”, asegura.

Hasta diciembre de 2016 la Policía Federal contaba con 37 mil 807 elementos, conformados por 29 mil 737 hombres y 8 mil 66 mujeres (de los 4 restantes se desconoce el sexo), de acuerdo con el oficio entregado vía Transparencia con número PF/OCG/DGE/6458/2016.

El conocimiento de uso de armas lo obtuvo en sus épocas de policía del Estado de México, custodio de valores y militar. Sin embargo, a su ingreso a la PF en 2007 tuvo una mala preparación. “Era de yo te contrato, ahí está tu uniforme. Los que tienen experiencia que te enseñen a manejar un arma y ya nada más. Esto se produjo porque decían: ‘-¿Quién fue fue militar?. -No pues yo! -Tú le vas a enseñar, le vas a decir cómo se agarra el arma. -Oye pero yo también quiero aprender algo’. Pero como tú ya sabes, ya tienes experiencia, no hay necesidad de mandarte a la academia”, recuerda Barragán Reyes.

Rubén Aguirre, presidente de Dignifiquemos la Seguridad A.C. y quien también laboró en la PF, señala que en la administración pasada tenían buenas prestaciones. En esta empezaron los rezagos, el desequilibrio económico, porque prefirieron invertir en la Gendarmería y esto generó resultados negativos. “Con este nuevo sexenio debilitaron mucho a la PF (…) Antes teníamos muchos recursos, más herramientas para combatir a la delincuencia y ahora, tenemos una delincuencia más fortalecida y unas instituciones más débiles”, resalta.

 

Precarias condiciones laborales en operativos

 

“En Nueva Italia (Michoacán) hace un calor criminal”, así describe sus días Ignacio Téllez, cuando estuvo en operativos en aquellas tierras. Lo enviaron a otras entidades del país, pero esa zona es la más presente en sus recuerdos. Al principio llegó a hospedarse a un hotel con sus compañeros, tras un mes las condiciones cambiaron. Era 2014 y los llevaron al rancho “La Peligrosa”, decomisado a “Kike” Plancarte, líder de Los Caballeros Templarios y quien fue abatido ese mismo año.

Ahí dormían en caballerizas cerca de dos agrupamientos de más de 300 elementos. De su bolsillo compraron tiendas de campaña, cobijas y hasta ventiladores. El sol carcomía su uniforme. Por otro lado, se  hicieron modificaciones a ciertas áreas, tipo dormitorios que “nada más eran para jefes”, dice Téllez. “Los jefes tenían clima, televisión por cable y los que éramos de la tropa seguíamos en las mismas condiciones”.

A la fecha los uniformados siguen pernoctando ahí, dice. Aunque no era todo. Los cartuchos para el armamento en ocasiones resultaban insuficientes y tenían que comprarlos con otros compañeros.

“De municiones eran muy pocas. El calibre que viene siendo 2.23, en el agrupamiento donde yo estaba, nada más te daban tres cargadores con 25 municiones. Muchas veces era solamente una dotación por año. Cuando estás en Tierra Caliente el sol te come el uniforme. Entonces tenía que invertirle en uniformes y más munición, porque si se te acaba tu munición no le vas a decir a ‘la maña’ espérame voy por más, o que me den más ahorita regreso y nos seguimos disparando.

“Ahora sí que para poder estar bien armados o bien equipados, muchas veces lo que es munición y cargador y todo eso salía de nosotros. A veces entre compañeros nos apoyábamos. ‘¿Oye tienes alguien que me pueda vender unas municiones?’ o así. Muchas de las veces cuando se decomisaba, había jefes que decían, ‘ahí agarren chavos, sabemos que la neta no nos dan más’. Pero era gente de sargentos, gente de la misma tropa que decía: ‘la institución no nos da’”, asegura Téllez quien pide cambiar su nombre por seguridad.

Su historia no es la única. Otros ex policías entrevistados y enviados a distintos puntos del país coinciden en las versiones. En lugar de hoteles, los metían a dormir en bodegas o escuelas, sin sanitarios, ni camas o a la intemperie.

Igual compraban casas de campaña y colchones inflables como platica Juan José Villegas, que en 2009 pernoctaba en un campo de futbol llanero en Michoacán. En diciembre de ese año él y sus compañeros fueron emboscados mientras regresaban de un operativo. Su arma se encasquilló y no pudo repeler la agresión. Algunos de sus compañeros perdieron la vida. De milagro él sobrevivió toda una noche ocultándose en una letrina y brechas de un cerro, mientras lo buscaban para ejecutarlo.

En la emboscada fue herido en el muslo derecho. Durante la cirugía le quitaron masa muscular y dañaron los nervios. Las secuelas eran dolores intensos que los calmaba con parches de morfina y otros medicamentos, además de repercusiones motoras. En 2013 el gobierno de Peña Nieto le dio una patada y lo destituyó. Ha padecido depresión y a la fecha no ha logrado encontrar trabajo.

“La institución tiene una crisis económica de varios años, porque no ha sabido administrar los recursos. Se tuvo que haber hecho desde hace tiempo una inversión sustancial, para que los compañeros tuvieran donde descansar a cualquier punto de la República al que llegaran. Que tengan condiciones óptimas para operar, con todos los insumos necesarios, la alimentación, el vestuario. Es algo que no se ha hecho”, lamenta Rubén Aguirre, exasesor de la Organización Nacional por la Dignificación y Sociabilización Policial.

La presidenta de Causa en Común dice que en el sexenio anterior había recursos para que los policías llegaran a hoteles. “No sé si eso sea bueno o malo, ¿tendrían que tener cuarteles? posiblemente sí, pero las condiciones de operatividad no son las que quisiéramos. Y, en este sexenio en lugar de hoteles duermen abajo de los tráileres, duermen en bodegas como han platicado esos policías. Otros se quejan de que no les dan uniformes, que no les pagan los viáticos, que no les pagan la operatividad”.

Herida producida por arma de fuego es la causa del mayor número de muertes de policías federales durante el servicio entre 2006 y 2018, con 329. Le siguen traumatismo craneoencefálico, con 57; asfixia (por sumersión, sofocación, monóxido de carbono, estrangulamiento y ahorcamiento), con 22; contusión de cráneo tórax y abdomen, con, 18; conjunto de traumatismos, con 15 y accidentes (automovilístico, de aeronave, tránsito, atropellamiento y por sumersión), con 13.

 

Jóvenes, 1 de cada 3 policías federales muertos

 

El estruendo de las armas se escuchaba mientras veía a su compañero tirado en el piso. Le gritaba que se quitara de donde disparaban pero no respondía. Apenas entró el convoy de militares y la PF al fraccionamiento de Las Brisas, en Durango, lo recibieron con una lluvia de plomo. Ese operativo de junio de 2009 era para detener a Israel Sanchez, “el Paisa”, lugarteniente de Joaquín, “el Chapo” Guzmán.

Entre la oscuridad y la poca iluminación de las lámparas, Hugo Castro, quien pide cambiar su nombre por seguridad, pensó que su camarada seguía vivo. De pronto, vio cómo se esparcía la sangre por el suelo. Murió por un tiro en la cabeza. Su nombre era Pedro Camacho Carrasco, un joven elemento con apenas 28 años de edad.

No fue el único, pues 1 de cada 3 policías federales que perdieron la vida en servicio de 2006 a 2018 eran jóvenes entre los 20 y 29 años. Es decir, 181 hombres y 5 mujeres del total de 568 fallecidos.

Ex elementos federales entrevistados coinciden en que algunas muertes de estos jóvenes son consecuencia de la falta de capacitación que se les dio con el expresidente Felipe Calderón y la poca prudencia al ser impulsivos en los operativos.

“Entre más joven, eres menos prudente porque no analizas bien la situación y a veces eres muy impulsivo. Tiene que ver mucho la capacitación. (…) En el tema de los instructores se pueden traer extranjeros con muy buena experiencia, pero desgraciadamente no hay continuidad. No quiere decir que en México no haya buenos instructores, los tenemos, pero por ahorrarse recursos las instituciones toman a los propios integrantes, les dan un manual y ya los hacen instructores”, señala Rubén Aguirre.

A Barragán Reyes le tocó el coche bomba en Ciudad Juárez, Chihuahua, en 2010 cuando se recrudeció la violencia en el país. A sus 39 años conoció gente más joven que no tenía experiencia y quienes sí tenían, pero no en combate real sino en simulacros de práctica. También vio a otros que con sólo ponerse el uniforme decían “ya soy policía federal”, sin saber lo que representaba y las condiciones del trabajo.

El pasado 10 de octubre el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, adelantó que al iniciar su gobierno convocará a 50 mil jóvenes para que formen parte de las Fuerzas Armadas. A cambio, ofrecerá buenas condiciones laborales, prestaciones y seguridad social.

Un mes después, el 14 de noviembre, presentó el Plan Nacional de Paz y Seguridad en el que contempla la creación de la Guardia Nacional, conformada por militares, marinos y policías federales.

Organizaciones civiles, especialistas en temas de seguridad y exagentes aseguran debe ser con un buen plan de reclutamiento, profesionalización, con estabilidad laboral, incremento de recursos económicos para capacitación y con mejor equipo. Pero sobre todo, un trabajo de calidad y no de cantidad.

“La declaración que hizo el presidente electo está bien, que fortalezcan a las instituciones, que incremente el número de integrantes. Pero primero analicemos, si dicen que va a ser un gobierno austero ¿cuánta inversión se va a tener que hacer? Es bueno, pero habría que incrementar los recursos para capacitar, mejor equipo y que tengan certeza laboral los policías“, explica Aguirre

Vilalta, miembro del CentroGeo, asegura que “debe de haber una vocación para ser policía (…) ya con esto estamos recortando evidentemente a muchas personas por autoselección”.

Hugo Castro quien desde su salida de la PF no ha encontrado trabajo pues fue destituido injustamente en este sexenio, como muchos otros elementos, es puntual: “en vez de reclutar a más gente joven, que voltee a ver o revise cada caso o asunto de cada policía despedido injustamente”.

Se buscó a la Comisión Nacional de Seguridad para conocer su postura al respecto de esta investigación, pero al cierre de edición no hubo respuesta.

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