A los AEI los invade la soledad

Oaxaca, Oaxaca, Jueves 10 de Mayo, 2018 (Fuente: Agencias).- Es policía investigador en algún municipio del estado de Oaxaca, lo contrataron hace varios años atrás, en ese lapso ha tomado dos cursos sobre manejo de armas y uno sobre técnicas de investigación, el cual fue impartido por algunos de sus mismos compañeros, el cual consistió en la exhibición de unas láminas de power point, con información obtenida en internet.

Los otros cursos, que debían de durar tres semanas en promedio, fueron cortados a dos días. El jefe les necesita en la calle, ocupándose de los 50 casos sin resolver que se empolvan sobre sus mesas de trabajo.

Ataviados con las herramientas de sus tres cursos y su experiencia de algunos años andando por los municipios de su distrito que cubre su zona de investigación, llegan a su comandancia a las 9, en una ciudad que muchas veces no es la suya, donde paga una renta, en donde no vive con su familia, ganando 9000 pesos mensuales, no tiene ninguna prestación laboral que incluya acceso a vivienda, albergando la idea de algún día comprar su casa propia.

Cuando cruzan la puerta de la comandancia que sirve de oficina a los agentes que integran el grupo, saben que le restan al menos 12 horas de trabajo.

Sobre su escritorio, despojos de vivencias, asesinatos, robos. Las demás carpetas reposan sobre los escritorios de sus compañeros. Los integrantes de su grupo tienen como encargo, en teoría, el desmantelamiento de redes locales de delincuentes comunes, injusticias, asesinatos, suicidios y accidentes.

La zona de cobertura de la comandancia abarca varios municipios, cientos de miles de habitantes y muchas horas en vehículo de un lugar a otro. En este lugar los asesinatos parecen noticia repetida se suman muchas veces más de tres muertos en un mismo evento.

Los AEI salen de su oficina a la primera diligencia del día. El vehículo que les asignaron, uno de cuatro con que se cuenta en la comandancia, otra vez está fallando, pero ellos no tienen dinero para la reparación, lo poco que ganan deben conservarlo para su familia y sus gastos personales.

En sus maletas la laptop que está pagando a plazos y utilizan para rendir sus informes de investigación. Si no la tuviera deberían buscar un ciber para hacer el papeleo a un que a veces quisiera hacerlo en la comandancia no pueden ya que escasea el papel y la tinta.

Con la mayor precaución y los ojos alerta llegan al lugar a donde deben hacer la investigación de campo. Los acompaña anclada en su cintura su inseparable pistola, pero ahí nadie quiere decirles algo. A un que se encuentren los familiares del fallecido o testigos todos les dicen tímidamente que no vieron nada y que no quieren meterse en problemas y les cierran amablemente la puerta de alguna pista real.

Son las tres de la tarde, los Agentes buscan algún restaurante en las colonias en los que sirvan alimento suficiente por 50 pesos, durante el descanso de la comida, observan a su alrededor a los jóvenes apostados en las esquinas, los que pasean por las calles usando automóviles que no podrían pagar con los sueldos de los empleos de este lugar.

El sol de las 4 de la tarde aún quema, pero deben continuar para que no les atrape la noche, también le temen a la noche, como muchos de los habitantes de estos municipios donde la ley del narco y la delincuencia organizada se ha convertido en un problema.

Cuando terminan la rutina de visitar casas donde nadie les dice nada, de observar sitios que les confirman que mucho de lo que ven pasa por la corrupción disfrazadas de reglas del gobierno, los AEI vuelven a la ciudad donde tienen su comandancia, para retirarse de ahí a sus casa o cuarto para descansar un poco antes del día siguiente.

Antes de dormir algunos ven los noticieros en los cuales se muestran videos de la Marina o el Ejército, cuyos operativos son cuestionados por violaciones a derechos humanos, los observan con descontento, preguntándose » por qué, por qué ellos sí tienen el apoyo de su corporación, por qué a ellos alguien los respalda «, si le preguntaran a cada uno de los AEI cuál es el sentimiento que les invade más a menudo, ellos contestarían sin más, la soledad.

Eso y la sensación de que ya no les mueve nada ver muertos, trabajar con muertos, oler a muertos, escuchar el llanto de quien llora a los muertos, los AEI piensan más en la gasolina que no hay para llenar el tanque de su vehículo al siguiente día o en la reparación del mismo que no les alcanzaría para pagar de su bolsillo.

Piensan en que también algún día los delincuentes pudieran llegar por ellos a sus casas cuando estén solos, con todo y su pistola anclada en sus cinturas, cuando viajen por las brechas o carreteras, cuando viaje a otro lugar y se hospeden en algún hotel barato que pueden pagar con sus viáticos, cuando estén solos en la soledad de quien podría salvar a Oaxaca, pero no les alcanza.

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