Ellos viven en ruinas, bajo el lodo, sin ropa y descalzos

*En Juchitán, las calles están inundadas, el olor es fétido por la basura y los drenajes rotos, aunado a los restos de las casas que cayeron durante el terremoto del 7 de septiembre

*En los barrios pobres de Juchitán hay preocupación porque los niños se duermen y se tapan con cobijas mojadas

*El terremoto afectó a todos, a ricos y a pobres, hasta la casa del ex gobernador Ulises Ruiz se colapsó, no se diga la de la familia López Lena.

Oaxaca, Oaxaca, Jueves 28 de Septiembre, 2017 (Fuente: Agencias).- Bajo el agua, en el lodo, en ruinas, sin ropa y descalzos se encuentran más de 25 mil familias de Juchitán de Zaragoza; Oaxaca, el antes denominado pueblo bravo, ahora la llamada zona cero, después del terremoto del pasado 7 de septiembre y la onda sísmica del sábado pasado, que reclaman lonas para cubrirse de las intensas lluvias.

Al cumplirse ya tres semanas durmiendo a la intemperie, viviendo y comiendo en la calle frente a sus domicilios, los habitantes de esta localidad aún no logran recuperarse y ya enfrentan otro desafió: las tormentas.

Las calles están inundadas, el olor es fétido por la basura y los drenajes rotos, aunado a los restos de las casas que cayeron durante el terremoto del 7 de septiembre, todo ello dibuja a este municipio como un paisaje casi catastrófico.

Aníbal, un pescador que habita en el callejón Libertad de la séptima sección de Juchitán, recrimina que por ese lugar no haya pasado ninguna autoridad a censarlos, su casa está agrietada y a punto de colapsar, pero lo que más le preocupa es que sus hijos duermen en la calle y se mojen por la falta de una lona.

La disputa por las lonas causó que una bodega con 20 lonas fuera sitiada, y ahí la gente hasta se arrebató las pocas que había.

Esta exigencia causó que un grupo de habitantes fueran a golpear las puertas de la casa de la presidenta municipal, Gloria Sánchez, y bloquearan la carretera La Ventosa.

Después de una hora de gritos e insultos, salió un funcionario federal a ofrecer una promesa de entregar lonas a la gente que las reclama, aunque estas son de mala calidad, están elaboradas con sacos de harina.

Petrona Vázquez, habitante de la octava sección de Juchitán, desde una larga fila grita dónde espera los víveres, denuncia que su familia está en la calle,  que tiene niños y estos al mojarse se enferman.

Al igual que Aníbal, advierte que las lluvias y los terremotos, los diferentes fenómenos naturales tienen en la lona a los juchitecos.

“No estamos trabajando ahorita, necesitamos algo de apoyo, hasta aquí no han llegado la ayuda porque se queda en el camino”.

Aseguran que cuando ven pasar una camioneta con logotipos del gobierno,  corren a esta, con la esperanza de que les dé una lona, pero la espera siempre ha sido en vano, los funcionarios estatales y federales se empiezan a esconder.

Ante el abandono en algunos callejones, los habitantes se organizan para improvisar y colocar lonas que han comprado con su dinero, y otras más que han llegado de altruismo de algunos empresarios que, alertados por las imágenes que se ven en televisión, han decidido actuar y llevar la ayuda por su cuenta.

 

MIS HIJOS DUERMEN CON LA ROPA MOJADA

 

Cruz Santiago, también de los barrios pobres de Juchitán, se muestra preocupado porque sus hijos se duermen y se tapan con cobijas mojadas.

Refiere que una lona les fue entregada por parte del gobierno municipal, una lona para las 10 familias que habitan todo un callejón, es un insulto, una ofensa en esta tragedia.

“No es suficiente, como tenemos los niños chiquitos, mientras nos vamos a dormir con la vecina, pero no alcanza, como está chiquito el corredor, ella nos da ahí por los niños”.

Han pasado ya de 20 días del sismo del 7 de septiembre y la gente aún no sabe cuándo comenzarán a reconstruir sus casas. Algunos, con pala y pico, han optado por comenzar a derrumbar lo único que quedó de su casa, pues aunque no saben cuándo pondrán el primer ladrillo, quieren evitar el riesgo de un colapso.

El terremoto afectó a todos, a ricos y a pobres, hasta la casa del ex gobernador Ulises Ruiz se colapsó, no se diga la de la familia López Lena.

Según el censo, son 63 mil casas colapsadas, 35 mil tan sólo en Juchitán, pero 25 mil familias ya no saben por dónde les van llegar más golpes.

Eduardo Robles afirma vivir en la calle después del temblor y sobrevive de la ayuda de la gente, de su vecino que le brinda posada para dormir.

Todos aquí dicen que el reparto de víveres ha sido lento y la gente ha tenido que pelear por una lona.

A esta gente, a los habitantes de Juchitán les ha llovido sobre mojado, pero en medio de la tragedia un Hércules cargado con víveres les ha venido a hacer la noche, la comunidad Mixteca ha enviado 220 toneladas de víveres, cobijas y casas de campaña.

Iris Juárez, representante mixteca de la organización “Benito Juárez” afirma que la ayuda  pertenece a la comunidad mixteca en Tijuana, “traemos casas de campaña, lonas y comida”.

Sin duda que la ayuda aparece con esperanza, como una ligera brisa en medio de la pertinaz tormenta y la oscura tragedia.

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