¡Viva el MULT!

Oaxaca, Oaxaca, Lunes 25 de Octubre, 2021.- El sábado 23 de octubre de 2010, 40 días antes de que el represor Gabino Cué Monteagudo arribara a la gubernatura del estado de Oaxaca, había quienes ya sabían que iban a asesinar a Don Heriberto Pazos Ortiz. Corrían las últimas horas del sexenio de Ulises Ruiz Ortiz.

Lo sabían porque la ejecución extrajudicial de Don Beto, como cariñosamente le llamábamos, fue una ejecución ordenada desde las más altas esferas del poder como parte de una campaña de limpieza social concertada entre el ulisismo y el gabinismo en pro de la gobernabilidad.

Gobernabilidad se le llama en México a eliminar a los enemigos políticos por parte del gobernante en turno y se habla de paz social cuando tapizan de muertos el camino de su éxito personal para vivir permanente de la política y de la explotación del pueblo pobre, sin ser juzgados, impunemente.

La impunidad y permanencia en el poder de Ulises Ruiz Ortiz se había concertado en las más altas esferas políticas a nivel nacional en el casi extinto sexenio de Vicente Fox a cambio de reconocer el cuestionado triunfo de Felipe Calderón por parte de Ulises Ruiz desde Oaxaca, en el año 2006.

Había significado también convencer a plata y plomo a los líderes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca de que el poder caciquil de los partidos políticos no obedecía al mandato popular y que las posturas más confrontadas eran capaces de ponerse de acuerdo contra el pueblo.

Esa clase política había reactivado lo peor del paramilitarismo diodorista y muratista, sumando a los cárteles del narcotráfico a nivel local y nacional para dividir a la Sección 22 del SNTE creando la Sección 59 que presumía abiertamente el apoyo de los Zetas principalmente en el Istmo.

Rubén Maldonado Marmolejo, mejor conocido en el bajo mundo de la política oaxqueña como El Dragón, era un conocido porro universitario que trabajaba desde hacía tiempo al servicio de Ulises Ruiz Ortiz, sus pagos los recibía directamente en nómina de la Secretaría General de Gobierno.

Quien en el sexenio del represor Diódoro Carrasco Altamirano había sido presidente de la entonces Comisión Estatal de Derechos Humanos, Evencio Nicolás Martínez Ramírez, desde su paso por la Procuraduría hasta la Secretaría General de Gobierno daba órdenes a El Dragón.

En Oaxaca, en México, para muchos no es un secreto que los cuerpos de seguridad están infiltrados por el crimen organizado, incluidos los militares. Esa situación no ha cambiado ni con Murat en Oaxaca ni con Andrés Manuel López Obrador a nivel nacional, corrupción pura.

El viernes de 29 de octubre de ese 2010 fueron ejecutados Rubén Maldonado Marmolejo, El Dragón, y José María González Porras, El Chema en el atrio del templo de Santo Domingo de Guzmán, ciudad de Oaxaca. Sabrían demasiado y era mejor no dejar testigos de todos los crímenes que habían cometido.

Chivos expiatorios para culpar del crimen de Don Beto no le faltarían a la siempre inoperante Fiscalía General de Justicia de Oaxaca. Justamente en el sexenio de Ulises Ruiz Ortiz conocimos a quienes fabricaban los expedientes para perseguir y encarcelar a los indígenas de Loxicha desde 1996.

Esa persecución diodorista terminó muchas veces en ejecución extrajudicial, aplicación de la Ley Fuga, desaparición forzada, torturas y lustros de prisión política por delitos que no habían cometido quienes no sabían leer ni escribir y muchos ni siquiera hablar español. Esos crímenes siguen impunes.

Han transcurrido once años y los objetivos que el Estado mexicano perseguía con la ejecución extrajudicial de Don Beto siguen cumpliéndose, no era fácil doblegar a quien era capaz de movilizar a más de 50 mil indígenas desde la Región Triqui y paralizar la ciudad de Oaxaca si se lo proponía.

La impunidad para Ulises Ruiz Ortiz y Felipe Calderón Hinojosa no debe seguir prevaleciendo por los crímenes cometidos en Oaxaca y en México, ellos son los autores intelectuales, responsables directos por omisión y/o comisión de esos delitos de lesa humanidad.

Por eso, más allá del recuerdo y de la exigencia de justicia por ese y tantos crímenes que se siguen cometiendo en Oaxaca mientras los gobernantes se lucen y placean a costillas del pueblo, del dolor y la sangre de hombres y mujeres indígenas, tenemos que seguir luchando.

Don Beto:

¡Viva el MULT!

¡Viva el MULT!

¡Viva el MULT!

Desde un rincón del exilio,

Juan Sosa Maldonado

Defensor de Derechos Humanos

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