¡No en nuestro nombre!

Oaxaca, Oaxaca, Domingo 12 de Septiembre, 2021.- Nuestras hijas se trajeron sus muñecas, nuestro hijo su juego favorito. Somos afortunados porque tenemos amigas y amigos, compañeras y compañeros que nos han acompañado, que nos han encontrado durante esta ya larga travesía.
Son ellas y ellos, con su modo de ser tan suyo, nuestros hermanos y camaradas de siempre. A todas esas imprescindibles personas les estamos eternamente agradecidos. Millones de personas en el mundo no tienen la misma suerte que nosotros. Millones son, también, refugiados.
Somos refugiados y no nos avergüenza decirlo, hemos sobrevivido a la desaparición forzada, la prisión política, intentos de ejecución extrajudicial y estamos seguros que sobreviviremos al destierro político. Mientras tanto, aprendizaje y educación permanente que son todo.
Como la de millones de personas en el mundo, nuestra necesidad ha sido escapar de la persecución, el hambre, la muerte y la guerra. Nosotros hemos sobrevivido, miles rumbo a la Unión Europea o los Estados Unidos de América, han perecido en el intento, no han tenido ni una digna tumba.
Esas guerras se incrementaron después del 11 de septiembre de 2001, pero antes el mundo había tenido otras también sangrientas guerras. Norteamérica había tenido ya otro 11 de septiembre en Chile, cuando sus fuerzas reaccionarias de derecha y ultraderecha asesinaron a Salvador Allende.
No, las bombas y las balas no respetan la vida de civiles. Después de aquel 11 de septiembre de 2001 los bombarderos de la OTAN y de Estados Unidos han causado la muerte de hombres, mujeres, niños y ancianos de la población civil de los países que han atacado rabiosa y arteramente.
En nombre de la vida y la libertad se ha terminado con la vida y la libertad, argumentando la defensa contra el terror se ha sembrado la muerte y el terror en poblaciones enteras. Han aumentado los campos de concentración, los desplazamientos forzados, en suma, la muerte.
Los grandes fabricantes de armas y municiones, de mecanismos de ataque y de defensa, de seguridad y protección han vivido siempre de la guerra y lucrado con el dolor y la muerte de millones de seres humanos, millones. No les importa implementar operaciones de falsa bandera.
De este modo, utilizando los grandes medios de comunicación, controlando los aparatos políticos y mediáticos han fabricado culpables y dictado sentencias. Ganan con la destrucción y amasan enormes fortunas también con la reconstrucción, el suyo es un negocio redondo.
Los pobres del mundo somos los que siempre perdemos, ellos se pueden dar una vida de lujo destruyendo nuestro planeta y soñando que pueden conquistar el espacio exterior para destruirlo también cuando vivir en la tierra sea imposible. Los pobres, somos desechables.
Los pobres somos los seres humanos a los que se pretende eliminar de la sociedad para decir que se combate a la pobreza, aunque estemos parados sobre minas de oro y plata en territorios inmensamente ricos y deseables de los que se nos expulsa para convertirnos en esclavos.
A los discursos de los tiranos, a los que, en nombre de los pueblos y ciudadanos, para los que dicen que gobiernan, militarizan la vida dentro y fuera de sus fronteras, a los que construyen muros para separar a los seres humanos y mirarlos morir de hambre, les decimos, guerra:
¡No en nuestro nombre!
Desde un rincón del exilio,
Juan Sosa Maldonado
Defensor de Derechos Humanos