Camino Copalita: Viaje de aventura de la sierra a la playa

*Es una ruta turística muy poco conocida, que incluye caminatas, dormir en el bosque y navegar en un río, hasta llegar a la playa de Huatulco

Oaxaca, Oaxaca, Viernes 21 de Febrero, 2020 (Fuente: El Universal).- En Oaxaca existe una ruta que muy pocos conocen. Consiste en seis días de caminata, desde jurisdicción de la región Sierra Sur hasta la región Costa, internarse en paisajes inolvidables y visitar comunidades aisladas, a donde ningún otro turista llega. Debes viajar con guía y, por las condiciones naturales del camino, una vez que comienzas no puedes “echarte para atrás”.

Este recorrido se llama Camino Copalita y, si bien requiere un verdadero gusto por la actividad física, no necesitas ser atleta. Pero sí debes estar dispuesto a dejar atrás las comodidades urbanas, nos advierte el creador de esta ruta, Manuel Rosemberg: “el 100% de la gente que ha vivido la experiencia la considera un reto que vale la pena”.

Camino Copalita es un proyecto en colaboración con nueve comunidades campesinas de origen zapoteco y la asociación Grupo Autónomo para la Investigación Ambiental. Mediante el turismo responsable y las prácticas sostenibles, su propósito es apoyar a la gente local en la conservación de su biodiversidad. El 70% de las ganancias se queda en las comunidades participantes.

RETOS Y RECOMPENSAS

La experiencia comienza en el cerro Nube Flane que, con más de tres mil 700 metros sobre el nivel del mar, es el más alto de Oaxaca. El punto de partida queda a seis horas y media de la capital del estado.

Desde el primer día interactúas con las comunidades locales. Te muestran los alrededores, su agricultura y modo de vida. Durante los recorridos o durante una fogata te cuentan anécdotas y leyendas.

La primera noche es una de las más frías, pues la Sierra Sur de Oaxaca puede recibirte con temperaturas bajo cero, dice Rosemberg. Otro reto: los campamentos instalados por las comunidades carecen de camas mulliditas, baño caliente y, por supuesto, internet. Sin embargo, encontrarás un cielo repleto de estrellas y dormirás arrullado por los sonidos de la naturaleza.

Al amanecer, después de que la neblina formó un “mar” de nubes sobre el bosque, es hora de emprender la caminata. Por cada grupo de 15 viajeros hay dos guías, quienes, por cierto, han pasado aquí toda su vida y conocen a la perfección el camino.

Cada día caminas cuatro horas como mínimo, y la jornada más pesada es de nueve horas. Aunque sí es cansado y hay pendientes pronunciadas, las caminatas no son complicadas ni implican mayores retos físicos. El descenso por la sierra se hace en su mayor parte a través de veredas tranquilas y amigables.

Camino Copalita abarca cinco ecosistemas distintos. Una de las cosas más interesantes es notar cómo cambia el panorama: desde el espeso bosque de pinos con vistas panorámicas hasta la calurosa selva y las palmeras; también se cruza por extensos cafetales.

Durante el trayecto hay que ponerse atento para observar águilas, pericos, cormoranes, patos y nutrias. Uno que otro suertudo puede avistar venados, armadillos, búhos y hasta serpientes. En el piso hay rastros de ocelotes, pero ellos nunca aparecen.

Si no existiera esta ruta turística sería prácticamente imposible que conocieras la vida de estas comunidades, detalla Manuel. Además de su locación remota, algunas ni siquiera tienen caminos para trasladarte en coche. Se dedican al cultivo de café, maíz y miel, entre otros productos.

En este viaje tienes la oportunidad de saborear platillos preparados con ingredientes recién cosechados y libres de agroquímicos. Entre los favoritos de Rosemberg están los tamales de armadillo, la carne de venado, el conejo y los langostinos de río que aquí son denominados “chacales”. En seis días pruebas hasta nueve especies de maíz.

La gente disfruta el momento de bañarse en un manantial natural que “parece sacado de un cuento de hadas”, platica el creador de Camino Copalita. Uno de los campamentos se localiza a orillas de este cuerpo de agua.

El último día se hace un descenso en río de más o menos seis horas. Si quieres un paseo tranquilo, viaja en invierno o primavera, cuando el cauce de agua es menor; entre marzo y junio se puede dificultar la navegación. Si prefieres la adrenalina y quieres practicar rafting, julio y octubre son los mejores meses.

El viaje termina en playa La Bocana, en Huatulco. La temperatura puede rozar los 35 °C, la arena es dorada y la costa es solitaria.

De acuerdo con Manuel Rosemberg, la experiencia puede significar algo distinto para cada persona: entender la biodiversidad de primera mano, un importante reto físico o la inmersión a un México profundo.

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